Consejo del Salmón pide "política nacional" para la sostenibilidad de la acuicultura
La gremial enfatiza que "Chile es el segundo productor mundial de salmón".
Organizaciones sociales insisten en que la industria depreda ecosistemas del sur.
Una "nueva política nacional", cuyo "eje fundamental" sea la "sostenibilidad de la acuicultura" pidió el Consejo del Salmón, con miras a la discusión de un nuevo marco regulatorio para la actividad.
La gremial reaccionó al fin del período de consulta ciudadana -el pasado 5 de julio- que estableció la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura, con miras a la creación de una legislación de actualice la vigente desde 2003.
Para Joanna Davidovich, directora ejecutiva de la gremial, "crecimiento económico, inclusión social y protección del medio ambiente son tres elementos básicos que debemos armonizar" y "la salmonicultura debe adaptarse a la nueva realidad climática".
"La salmonicultura es una industria que en poco más de 35 años se ha transformado en un motor productivo de emprendimiento e innovación en la macrozona sur: hoy el salmón es nuestro segundo producto de exportación con envíos al mundo cercanos a los US$5.000 millones anuales y Chile es el segundo productor mundial de salmón", agregó la representante de las empresas del sector.
Además, el Consejo del Salmón afirma que "la acuicultura tiene la posibilidad de seguir mejorando significativamente las perspectivas económicas de las regiones que integran la zona sur del país", y también "ante el desafío alimentario que enfrentará el mundo en las próximas décadas y en un mundo en que las tendencias globales siguen impulsando el crecimiento de la demanda por proteínas saludables y sustentables, existe consenso internacional en que la acuicultura es una herramienta fundamental para suministrarlas".
Salmoneras "devastan los fondos marinos"
En la vereda contraria están diversas organizaciones ciudadanas, como Defendamos Chiloé o Fuera Salmón, que cuestionan el impacto ambiental de la industria, que instala sus criaderos -acusan- en "ecosistemas marinos frágiles".
Para Greenpeace, por ejemplo, la salmonicultura no sólo "contamina las aguas por la constante incorporación de nutrientes", sino que además destaca "el elevado uso de antibióticos (incluso 6.000% más que lo utilizado en países europeos) puede originar serias perturbaciones en todo el ecosistema, incluso afectar a cetáceos como los delfines".
"Devasta los fondos marinos (la contaminación incluye desde antibióticos y alimentos, hasta fecas, redes, fierros y restos de plásticos), favorece las condiciones ideales para el desarrollo de marea roja y los escapes de salmones amenazan la biodiversidad nativa", detalla la ONG.
Además, otras organizaciones agregan que hay "disminución de algas y moluscos por la actividad acuícola y artimañas de las empresas para saltarse la evaluación ambiental", a lo que se suma la opción de expertos, que califican como una "industria no sustentable".