Suecia investigará adopciones durante la dictadura de Pinochet
Cerca de dos millares de niños chilenos fueron adoptados por suecos entre 1974 y 1990, dentro de una campaña para tratar de mejorar las relaciones entre ambos países.
El Gobierno sueco esperó que avanzara el caso en la justicia chilena, sin embargo, el proceso se ha demorado más de lo previsto.
El Gobierno sueco anunció la creación de una comisión para investigar más de 60.000 adopciones internacionales realizadas desde 1950, incluidos países como Chile, ante las informaciones aparecidas sobre posibles irregularidades.
El desencadenante son varias informaciones surgidas en los últimos meses en distintos países que apuntan a ilegalidades en el proceso de adopción
La ministra sueca de Asuntos Sociales, Lena Hallengren, resaltó que la investigación, dirigida por una profesora de Derecho Civil y que tendrá dos años de duración, tendrá un foco especial en China y Chile.
La justicia chilena abrió en 2018 una investigación judicial para analizar miles de adopciones irregulares por extranjeros, incluidos ciudadanos suecos, durante la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990).
"Queríamos esperar a lo que está ocurriendo en Chile para no hacer investigaciones paralelas", dijo Hallengren, que resaltó que el proceso en nuestro país se ha demorado más de lo previsto.
El diario Dagens Nyheter reveló esta semana que la dictadura de Pinochet usó las adopciones como un instrumento para tratar de presionar al Gobierno de Suecia, que había sido especialmente crítico con el régimen chileno durante el mandato de Olof Palme.
Cerca de dos millares de niños chilenos fueron adoptados por suecos entre 1974 y 1990, dentro de una campaña para tratar de mejorar las relaciones entre ambos países y en la que jugaron un papel relevante el Centro de Adopción Sueco y grupos de extrema derecha suecos afines a Pinochet.
De acuerdo con un informe elaborado por investigadores chilenos citado por el medio local, según documentos de la dictadura desclasificados, las adopciones a Suecia recibieron un impulso después de una visita a Estocolmo de la entonces ministra chilena de Justicia, Mónica Madariaga, a mediados de la década de 1970.