Pablo Neruda casi no ganó el Nobel por sus "tendencias comunistas"
Medio siglo después, archivos desclasificados revelaron que el panel de jueces puso en duda hasta qué punto las odas a Stalin hacían del poeta chileno el receptor idóneo del premio.
El presidente del comité, Karl Ragnar Gierow, prefería otorgarle el galardón al vate británico W. H. Auden.
El comité que otorgó a Pablo Neruda el premio Nobel de Literatura en 1971 tuvo dudas sobre la idoneidad del chileno debido a sus "tendencias comunistas", según publicó en la última semana el diario sueco Svenska Dagbladet.
Según las actas de la Academia Sueca, a las que tuvo acceso dicho medio después de que fueran desclasificadas, el comité de cinco miembros manifestó su ambivalencia con respecto a Neruda, que ese año competía contra nominados como W. H. Auden, André Malraux y Eugenio Montale.
De acuerdo con Svenska Dagbladet, el comité puso en duda hasta qué punto las odas al líder soviético Iósif Stalin hacían de Neruda el receptor idóneo de un galardón que, según estipuló Alfred Nobel, debe premiar "a quien produzca la obra más destacada en una dirección ideal".
Aunque el miembro del comité Anders Österling alabó la "fuerza natural poética" y la "vitalidad dinámica" de la obra de Neruda, se preguntó si su "tendencia comunista cada vez más dominante" era compatible con el Nobel.
Ya en 1963 Österling había expresado reservas con respecto a la candidatura de Neruda, dado que el diplomático chileno estaba "completamente involucrado políticamente, también a través de sus himnos a Stalin y de otras obras puramente propagandísticas".
No obstante, el poeta y escritor sueco ya había precisado entonces que no quería "rechazar por adelantado" la posibilidad de que Neruda recibiera el galardón.
Por su parte, el presidente del comité, Karl Ragnar Gierow, prefería otorgarle el galardón al poeta británico W. H. Auden y otro miembro, Eyvind Johnson, tampoco favorecía al chileno.
No obstante, los escritores Lars Gyllensten y Artur Lundkvist se posicionaron a favor de Neruda, en cuya victoria final también desempeñó un papel su ardiente defensa por parte de Knut Ahnlund, que no formaba parte de la Academia pero había sido consultado por el comité como experto en literatura en castellano.