Papa Francisco autorizó el primer paso para beatificar al cardenal argentino Eduardo Francisco Pironio
El pontífice firmó el decreto en el que se declaran las "virtudes heroicas" del ex presidente de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM).
El camino hacia la santidad tiene varias etapas: la primera es ser declarado venerable siervo de Dios, luego beato y, finalmente, santo.
El papa Francisco firmó el decreto en el que se declaran las "virtudes heroicas" del cardenal argentino Eduardo Francisco Pironio, fallecido en Roma en 1998, y lo que significa el primer paso en el proceso de su beatificación.
El pontífice firmó este decreto, junto con otros, tras mantener este jueves una audiencia con el cardenal Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos.
El cardenal nació el 3 de diciembre de 1920 en Nueve de Julio, en Argentina, y murió el 5 de febrero de 1998 en Roma, pero sus restos fueron trasladados a la de Lujan, en el vecino país. Fue el menor de 23 hijos y nació en una familia de inmigrantes italianos en Argentina. Completó sus estudios eclesiásticos en el seminario de la arquidiócesis de La Plata y obtuvo la licenciatura en teología en la Pontificia Universidad Angelicum de Roma.
Ordenado sacerdote el 5 de diciembre de 1943 fue profesor y luego rector del seminario de Buenos Aires, y posteriormente se convirtió en decano de la facultad de teología de la Universidad Católica Argentina.
Primero fue nombrado obispo auxiliar de la arquidiócesis de La Plata y, más tarde, obispo de Mar del Plata y también fue secretario y luego presidente de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM).
En 1975 fue llamado a Roma por Pablo VI como prefecto de la Congregación para los Religiosos y, más tarde, nombrado Presidente del Consejo Pontificio para los Laicos por Juan Pablo II.
El camino hacia la santidad tiene varias etapas: la primera es ser declarado venerable siervo de Dios -título que se da a una persona muerta a la que se reconoce "haber vivido las virtudes de manera heroica"-, la segunda beato y la tercera santo. Para que un venerable sea beatificado es necesario que se haya producido un milagro debido a su intercesión, como este caso, y para que sea canonizado, hecho santo, se precisa un segundo milagro obrado "por intercesión" después de ser proclamado beato.