Experto: Modificación en cambios de hora "terminará en desastre algún día"
Informático José Miguel Piquer explica que todos los sistemas informáticos dependen de saber qué hora es en cada lugar del mundo.
Apunta contra alteraciones de los planes anunciados a último momento.
El Gobierno emitió este martes un decreto que aplaza en una semana el cambio de horario de invierno a horario de verano, para que este no se produjera la noche antes del plebiscito constitucional, lo que podría generar confusión en los votantes y los encargados de recibir los sufragios. Y aunque parece que solo es cosa de mover los punteros del reloj, el tema puede ser mucho más complejo.
Así lo explicó el académico y experto en programación José Miguel Piquer, conocido como el padre de internet en Chile, fundador de .cl y vicerrector de Tecnologías de la Información de la Universidad de Chile, en un largo hilo de Twitter en que advierte que puede llegarse a una debacle por este tema.
"Hace 12 años, para el 27/F, el Gobierno descubrió que tenía el poder de jugar con el cambio de hora. Ha habido múltiples momentos después con cambios de última hora (casi literalmente) del cambio de hora. Explico por qué esto terminará en un desastre algún día", comienza el especialista.
"Los sistemas informáticos están distribuidos hoy por todos nuestros aparatos: desde termostatos y programadores de riego hasta servidores bancarios, pasando por supuesto por todos los celulares del planeta. Cada uno de estos sistemas maneja la hora actual. Para evitar que cada reloj diga lo que se le ocurra existe un protocolo en internet que los sincroniza. Por eso nuestros celulares están todos de acuerdo en qué hora es", apunta Piquer.
"Gracias a esta sincronización, podemos manejar sistemas de respaldo, procesos nocturnos, coordinación de vuelos, transferencias de dinero y otros en forma automática y sincronizada, casi al segundo. Pero, existe el cambio de hora, que cada país maneja como le da la gana. Esto es un dolor de cabeza para los informáticos: ¡Un día al año hay una hora que no existe y hay otra que existe dos veces!", añade, por lo que "aprendimos muy rápido que nunca hay que programar un proceso para ser ejecutado entre 23:00 y las 24:00 para evitarnos problemas. Y se diseñó un sistema increíblemente flexible y bien hecho para que todos los países tuvieran sus horas y reglas, y todo pudiera funcionar".
"Todo sistema informático (celular incluido) posee una base de datos de reglas mundial, que le permite saber, en todo momento, qué hora es en cualquier lugar del planeta. Y, muy particularmente, qué hora es en el lugar donde está. Esto es bastante impresionante: hay una variedad enorme de sistemas distintos y todos deben compartir esta información, entender reglas locales muy complejas y, más difícil aún, actualizarse cuando un país decide cambiar sus reglas", detalla el académico.
"El sistema de actualización ha ido mejorando y actualmente si uno cambia una regla unos seis meses antes, es casi seguro que la gran mayoría de los sistemas estará actualizado. Pero siempre quedan atrasos, porque hay programas que usan su propia versión. ¿Qué ocurre si la regla no alcanza a actualizarse? En realidad, el mayor problema es la inconsistencia: la mitad de mis equipos creen que es una hora y la otra mitad creen que es la otra. Los informáticos ya nos acostumbramos a pasar esa noche en el datacenter y arreglar a mano", explica respecto de la función que cumple.
"Hasta aquí, el daño ha sido manejable: informáticos con ataques de nervios (bastante normal), pagos que deben reprogramarse, combinaciones de vuelos perdidas, y toneladas de reuniones agendadas en las horas equivocadas. Y los informáticos hemos llorado y reclamado todo lo que hemos podido todos estos años. Pero sin ningún efecto, como podemos ver del nuevo cambio del cambio de hora recién anunciado para el plebiscito", lamenta.
Con todo esto, se atreve a hacer una predicción: "Un día habrá un gran desastre debido a este caos de horas, que no veremos a tiempo o que no habrá cómo parcharlo. Cada vez más dispositivos interconectados no están en el datacenter, creyendo que tienen la hora correcta, a cargo de una tarea crítica. Recién entonces alguien comenzará a tomar en cuenta los riesgos que conlleva tomar medidas así a última hora. Por mientras, ahí estaremos, parchando el mundo las noches del 3 (arreglar los que cambiaron) y del 10 de septiembre (arreglar los que no cambiaron). Probablemente, lograremos que nadie note el desastre que evitamos".