Wushu, un viaje interminable…
"De lo que nunca nos pudimos aislar completamente, eso sí, es del Wushu, o más bien, nunca permitimos que eso ocurriera, pues afloró nuestra fortaleza mental a fin de mantener el entrenamiento".
Por: Héctor Toledo, Técnico Área Taolu Moderno de la Federación Chilena de Wushu y Director de la Academia "Wushu Wuhun Chile".
Es medianoche, y voy caminando con mi maleta cargada de cosas importantes, en los
pasillos del aeropuerto de Santiago. Voy procesando estos días intensos de Wushu.
Tuvieron que pasar 2 años y 9 meses desde la última vez que viajé a un Campeonato de Wushu (esa vez fue en Shanghai, China) para regresar a eventos internacionales, lo cual me devolvió ese arraigo por lo que amo hacer y por este deporte, tan poco conocido en nuestro país, y tan especialmente seductor para mí.
Sigo caminando con mi maleta por el aeropuerto, y esta vez, me corresponde hacer la fila del PCR aleatorio, que, para fortuna de mi fatigado cuerpo, no me corresponde el testeo. Pienso en lo cotidiano que es hoy hablar de viajes, de eventos, de vuelos, mientras que hasta hace unos meses estábamos prácticamente aislados de todo y todos. De lo que nunca nos pudimos aislar completamente, eso sí, es del Wushu, o más bien, nunca permitimos que eso ocurriera, pues afloró nuestra fortaleza mental (y destrezas tecnológicas obligadas) a fin de mantener el entrenamiento, sea dentro de nuestras casas, en el patio, en un parque, frente a un computador o incluso a través de un celular. Quizás, esta perseverancia en la adversidad nos ha hecho disfrutar más cada momento vivido en Birmingham y en Brasilia. Pero para ser francos, en Chile hace tiempo que hemos tenido que superar distintas barreras para entrenar Wushu a un nivel deportivo alto, pero ese es otro punto que no tocaremos en esta ocasión.
Sigo avanzando en el aeropuerto y me corresponde ir a la fila de la PDI para ingresar al país, mientras tanto, recuerdo las filas (mucho más cortas y agradables) que había para ingresar al comedor del Birmingham Southern College, una especia de Villa Olímpica donde estuvimos para los World Games -Para quienes no están familiarizados, los World Games, son unos juegos de múltiples deportes (habitualmente no incorporados en los JJOO) que se reúnen cada cuatro años en un solo megaevento con los mejores representantes del mundo-. Gente de todo el mundo y de diversos deportes se congregaron y pudimos compartir y aprender de cada uno de ellos. Pero bien, ¿qué hago yo con los mejores del mundo? ciertamente no soy de los mejores del mundo en Wushu, pero Camila Cid, estudiante de mi Escuela de Wushu, sí lo es, pues fue convocada para representar a Chile en ese evento y no solo eso, Elizette Toledo, mi hermana y estudiante de Wushu, fue convocada por la Federación Internacional de Wushu para ser juez en este magno evento, por lo que ellas, ciertamente, son las destacadas en esta ocasión, y bueno, yo asistí de Coach, asistente, fotógrafo, reportero y cualquier rol que pudiese ser de ayuda.
La experiencia fue inolvidable para todos, básicamente por dos razones: la primera, porque el Wushu chileno fue representado en uno de los mayores megaeventos deportivos del mundo, y la segunda, porque estábamos viajando dentro de una delegación del Comité Olímpico Chileno, algo que no ocurría desde el año 2013, cuando Ariel Mancilla y David Bobadilla habían asistido a los World Games de Cali junto al Team Chile (Ariel Mancilla obtuvo plata en esa ocasión). Para complementar, el Wushu estaba siendo representado por los grandes atletas de todo el mundo: China, Indonesia, Ucrania, USA, Canadá, Corea, Hong Kong, Italia, Francia, México, Brasil, Argentina, y Camila, de Chile, estaba allí, después de haber entrenado en casa desde zoom, después de entrenar en canchas de fútbol (En Chile no hay aún área oficial de Wushu), en el patio de su casa, después de haber realizado su práctica profesional y tantas cosas más. Camila, de Chile, estaba compitiendo de igual a igual con las mejores atletas de wushu del mundo, y esa era nuestra mayor alegría y orgullo.
Me toca pasar mi maleta para que la huela un perrito amoroso del aeropuerto. Todo bien, al pequeño can no le interesa mi maleta (porque probablemente no sabe lo tremendamente importante que llevo dentro de ella). Sigo avanzando mientras pienso en la increíble experiencia que tuvimos en Brasilia, donde viajé junto a varios competidores, padres, y, nuevamente, Camila y Elizette (sí, nos repetimos el plato) y aunque cansados, íbamos felices, quizás con la escasa energía que quedó de Birmingham, a cumplir un nuevo desafío: Jueza, Atleta y Coach otra vez nos plantábamos cada uno en nuestro rol y a seguir.
Niños de menos de 10 años compitiendo en su primer Campeonato Panamericano, "niños pandémicos" les llamo yo, que han debido pasar la mayor parte de su preparación en un contexto de miedo y poco contacto social, sin embargo, allí estaban, enfrentándose a ellos mismos y al resto de competidores, un gran trabajo de Almendra, Amelia, Sara y Darío (y de sus profesores, Alfredo, Fabián y Juan). También pude estar en las presentaciones sólidas de Renato y Tomás, nuestros adolescentes (13 y 16 años) que representaron de excelente manera a Chile en este torneo. Son atletas que comenzaron de muy niños haciendo Wushu y vieron interrumpidas sus actividades completamente estos años, pero que volvieron a un Panamericano de Wushu y, sin duda, se convertirán en la energía necesaria para motivar al resto de sus compañeros que en esta ocasión no pudieron asistir.
Pasé sin problemas mi preciada maleta en la última fila, y ya voy en camino hacia el exterior. Mientras busco la salida, recuerdo la prestancia y rigurosidad de Elizette al estar sentada en la mesa de jueces. Claro, por su condición de jueza, ella no pudo disfrutar de la misma forma las grandes presentaciones de nuestros atletas adultos: de la gran rutina ganadora de Xingyiquan, de Alfonso, de Ariel Mancilla, radicado obligatoriamente en Tailandia, que viajó de tan lejos para deleitarnos con su Wushu; de Luis Bernal, quien entrena todas las mañanas, previo a ir a su trabajo; de David Bobadilla, quien estudió 4 años en China y ahora, radicado en Chile, puede nuevamente disfrutar de competir por Chile, y de Camila Cid, ya convertida en una referente latinoamericana del Wushu, no solo por lo hermoso de sus rutinas de Wushu, sino que también por su carisma (y su pelo rojo, obviamente)...
Avanzo por el aeropuerto y sonrío tranquilo, con la convicción de haber finalizado un buen viaje, y con la certeza de mantenernos en este camino laborioso de hacer crecer el Wushu chileno chocó mi maleta con un poste, con el golpe, mi mente vuelve nuevamente al aeropuerto, está terminando esta odisea de wushu y sé que pronto voy a tener mi mejor regalo, poder estar nuevamente con mi amada familia (mi adorable hija y mi hermosa esposa).
Se me olvidaba, ustedes se preguntarán qué es lo que llevo en la maleta que tanto cuido: Simple, traigo sueños de Wushu por cumplir...