Satélite chino identificó por primera vez CO2 emitido por actividades humanas

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EFE

Se trata del primer intento del TanSat, puesto en órbita en 2016, de distinguir las huellas humanas de las naturales en las emisiones de CO2 de la Tierra.

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El satélite de detección de dióxido de carbono chino TanSat identificó por primera vez emisiones de CO2 causadas por la actividad humana, recogen hoy medios locales.

Gracias a las mediciones del TanSat y de la misión satelital europea Copernicus Sentinel-5 Precursor, los científicos lograron reconocer patrones especiales en las emisiones de dióxido de carbono antropogénicas.

Los expertos a cargo de la investigación, de la Academia China de Ciencias y del Instituto Meteorológico de Finlandia, publicaron hoy un artículo en la revista científica Advances in Atmospheric Sciences.

El equipo se centró en los datos de emisiones de carbono de dos ciudades en 2018: Tangshan, en el norte de China, y Tokio, la capital de Japón.

Se trata del primer intento del TanSat, puesto en órbita en 2016, de distinguir las huellas humanas de las naturales en las emisiones de CO2 de la Tierra.

"Las emisiones procedentes de la quema de combustibles fósiles están localizadas sobre todo en las áreas urbanas, que representan más del 70 por ciento del CO2 emitido", explicó al rotativo Global Times el experto del Instituto de Física Atmosférica de China Yang Dongxu.

Los satélites de detección de CO2 ayudan a los científicos a "comprender mejor la situación en cada momento" y proporcionan datos que "respalden los objetivos de emisiones" del país asiático, apuntó Yang.

Asimismo, el experto señaló que la nueva generación de este tipo de satélites, el TanSat-2, se encuentra en "fase de diseño" y que "mejorarán la precisión de las mediciones".

China, el país más contaminante del mundo, anunció en 2020 que alcanzaría el pico de emisiones de carbono en 2030, para seguidamente lograr la neutralidad en carbono en 2060, ante la creciente preocupación mundial sobre el cambio climático.

Asimismo, 2030 sería la fecha para la que Pekín aspira a conseguir que los combustibles no fósiles procuren el 25 por ciento de la energía generada en el país, en el que actualmente el carbón es protagonista absoluto, con en torno al 60 por ciento de la generación de esta.