Las piscinas de los ricos "dan sed a las ciudades", denuncia un estudio
Según la investigación, las desigualdades sociales, más que los factores ambientales o el aumento poblacional, las que provocan las crisis hídricas en las ciudades.
"Las élites ricas, con grandes piscinas y césped bien cuidado en sus casas, están dejando a las comunidades más pobres sin acceso básico al agua en ciudades de todo el mundo".
Las élites urbanas consumen agua en exceso para su ocio personal, como llenar sus piscinas, regar sus jardines o lavar sus vehículos, según un estudio que denuncia que son las desigualdades sociales, más que los factores ambientales o el aumento poblacional, las que provocan las crisis hídricas en las ciudades.
El trabajo, publicado en la revista Nature Sustainability, está liderado por investigadores de Suecia, Países Bajos y Reino Unido, y aunque se centra en Ciudad del Cabo (Sudáfrica), menciona también ciudades como Londres, Miami, Barcelona, El Cairo, Roma o Tokio.
"Las élites ricas, con grandes piscinas y césped bien cuidado en sus casas, están dejando a las comunidades más pobres sin acceso básico al agua en ciudades de todo el mundo", resumen los investigadores.
Son las desigualdades sociales las que están provocando las crisis hídricas urbanas, más que los factores medioambientales, como el cambio climático o el crecimiento de la población urbana, advierten.
El equipo de investigación se centró en Ciudad del Cabo, donde una crisis urbana del agua hace que muchas personas desfavorecidas vivan sin grifos ni retretes y utilicen sus limitados recursos hídricos para beber e higienizarse.
La investigación, dirigida por Elisa Savelli, de la Universidad de Uppsala, junto a científicos de la Universidad de Reading, la Universidad Libre de Ámsterdam y la de Manchester, utilizó modelos matemáticos para analizar el uso doméstico del agua de los residentes urbanos de Ciudad del Cabo con el fin de comprender cómo consumen agua las distintas clases sociales.
Identificaron cinco grupos sociales, desde la "élite" (personas que viven en casas espaciosas con grandes jardines y piscinas) hasta los "habitantes informales" (personas que suelen vivir en chabolas a las afueras de la ciudad).
Los hogares de élite y de renta media-alta representan menos del 14 por ciento de la población de Ciudad del Cabo, pero utilizan más de la mitad (51 por ciento) del agua que consume toda la ciudad, resume la Universidad de Reading en un comunicado.
Los hogares informales y de renta baja representan el 62 por ciento de la población, pero consumen sólo el 27 por ciento del agua de Ciudad del Cabo.
Hannah Cloke, de la Universidad de Reading, indica que "el cambio climático y el crecimiento de la población hacen que el agua sea un recurso cada vez más preciado en las grandes ciudades, pero hemos demostrado que la desigualdad social es el mayor problema para que las personas más pobres tengan acceso al agua para sus necesidades cotidianas".
"Más de 80 grandes ciudades de todo el mundo han sufrido escasez de agua debido a las sequías y al uso insostenible del agua en los últimos 20 años, pero nuestras proyecciones muestran que esta crisis podría empeorar aún más a medida que la brecha entre ricos y pobres se amplía en muchas partes del mundo".
Entre las ciudades mencionadas están Londres, Miami, Barcelona, Pekín, Tokio, Melbourne, Estambul, El Cairo, Moscú, Bangalore, Chennai, Yakarta, Sídney, Maputo, Harare, Sao Paulo, Ciudad de México y Roma.
Este estudio demuestra los estrechos vínculos entre la desigualdad social, económica y medioambiental, concluyen los autores.
Los investigadores destacan que en la actualidad los esfuerzos por gestionar el suministro de agua en las ciudades con escasez de agua se centran sobre todo en soluciones técnicas, como el desarrollo de infraestructuras hídricas más eficientes.
Estas estrategias reactivas, centradas en mantener y aumentar el suministro de agua, son "insuficientes y contraproducentes", sugiere el equipo de investigación.
En su lugar, un enfoque más proactivo, dirigido a reducir el consumo insostenible de agua entre las élites, sería más eficaz, sugieren.
"En última instancia, todo el mundo sufrirá las consecuencias a menos que desarrollemos formas más justas de compartir el agua en las ciudades", resume Cloke.