Adriano relató su duro presente en una cruda carta: "Bebo cada dos días; y los otros días, también"
El "Emperador" rememora sus años de infancia en el lugar que lo vio nacer.
El histórico delantero brasileño Adriano, campeón de Copa América en 2004 y mundialista el 2006, compartió una cruda carta a corazón abierto en la que relató su vida y el complejo pasar que lleva en Vila Cruzeiro.
"¿Sabes lo que se siente al ser una promesa? Lo sé. Incluso una promesa incumplida. El mayor desperdicio del fútbol: yo. Me gusta esa palabra, desperdicio. No solo por cómo suena, sino porque estoy obsesionado con desperdiciar mi vida. Estoy bien así, en un desperdicio frenético", relató en The Players' Tribune.
"No me drogo, como intentan demostrar. No estoy metido en el crimen, pero, por supuesto, podría haberlo hecho. No me gusta salir de fiesta. Siempre voy al mismo lugar de mi barrio, el kiosko de Naná. Si quieres conocerme, pásate. Bebo cada dos días, sí. (Y los otros días, también)", contó.
Seguido a ello, el "Emperador" detalló: "¿Cómo llega una persona como yo al punto de beber casi todos los días? No me gusta dar explicaciones a los demás. Pero aquí va una. Bebo porque no es fácil ser una promesa que sigue en deuda. Y a mi edad (42 años), la cosa empeora".
"La muerte de mi padre cambió mi vida para siempre. Hasta el día de hoy, es un problema que todavía no he podido resolver. Toda la mierda empezó aquí, en la comunidad que tanto me importa", argumentó.
Tras ello, el exjugador de Inter de Milán expuso: "Maldita sea, a mi padre le dispararon en la cabeza en una fiesta en Cruzeiro. Una bala perdida. Él no tuvo nada que ver con el desastre. La bala entró por la frente y se alojó en la nuca. Los médicos no tenían forma de sacarla. ¿Alguna vez has visto a una persona sufriendo una convulsión epiléptica frente a ti? No quieres verlo, hermano. Da miedo. Yo tenía 10 años".
"Lamento decepcionarte. Pero lo único que busco en Vila Cruzeiro es paz. Aquí camino descalzo y sin camiseta, sólo con pantalones cortos. Juego al dominó, me siento en la acera, recuerdo mis historias de infancia, escucho música, bailo con mis amigos y duermo en el suelo. Vila Cruzeiro no es el mejor lugar del mundo, es mi lugar", cerró.