Miles de sirios aún buscan a sus desaparecidos a un mes de la caída de Al Asad

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EFE

Hasta 50 personas podían ser ejecutadas cada día, durante el regimen.

En 2022, se registró la desaparición de aproximadamente 100.000 sirios.

 EFE/ Noemí Jabois

Un informe de 2014 de fiscales internacionales de crímenes de guerra encontró pruebas de que el gobierno de Assad había ejecutado a unos 11.000 detenidos.

Desde el inicio del levantamiento contra la dictadura en 2011, decenas de miles de personas han desaparecido en la red de detención del país. Ya ha pasado un mes desde que el derrocamiento de Bachar al Asad

Familias sirias, desesperadas por encontrar a sus seres queridos desaparecidos, deben buscar entre los escombros de la prisión, revisando listas de detenidos y explorando el terreno en busca de celdas o tumbas ocultas, entre ellas, Samah (nombre ficticio), quien acaba de llegar a una plaza de Damasco para pegar un cartel con la cara de su hijo y un teléfono de contacto.

La estructura de piedra que se erige en el medio de la plaza Marjeh está cubierta con decenas de fotografías similares a la suya, algunas nuevas y la mayoría descoloridas tras permanecer a merced del invierno durante las últimas semanas.

La Red Siria para los Derechos Humanos (SNHR, en inglés) estimó que unas 30.000 personas fueron liberadas de centros de detención del régimen en los primeros días tras su caída, pero aún decenas de miles continúan desaparecidas tras 13 años de guerra civil y un mes sin Al Asad.

Samah dejó de recibir noticias de su hijo en 2015, un par de años después de que se uniera a las filas del grupo rebelde entonces conocido como Ejército Libre Sirio. Eventualmente, algunas personas le dijeron que estaba en la infame prisión de Sednaya a las afueras de la capital.

Tan solo tres días después de que los insurgentes abrieran la cárcel hace hoy un mes, la mujer ya había llegado a la ciudad procedente de Qamishli, en el noreste del país, pero no encontró ni rastro del chico, que tenía apenas unos 20 años cuando desapareció.

A todas partes

"Fui a la Universidad Salam y a la (plaza) Omeya y a los hospitales, fui a algunos como Mujtahid y Ebin Nafis. A cualquiera que le pregunto me dicen que sus hijos también están desaparecidos, nadie sabe nada de ellos", relata la mujer a EFE.

"¡Mi corazón arde por mi hijo! No le he visto desde 2012 (...) Su padre estaba tan triste que murió, lloró y lloró y simplemente seguimos llorando, ¡Mi hijo aún estaba comenzando su vida!", exclama, ahogada en un llanto amargo, aún aferrada a la fotografía del joven.

La enseña a unos efectivos de seguridad desplegados en la zona, que niegan con la cabeza, así que procede a colocarla en el muro junto a las demás, mientras afirma que seguirá mirando las noticias esperando alguna pista y pide a Dios que queme el corazón "del causante de esto".

Miriam al Ahmad al Jasem está sentada hoy en Marjeh, como cada día, pues tampoco ha podido encontrar aún a su hijo Hamoud. "Vengo aquí todos los días, desde la mañana hasta que se pone el sol", explica la sexagenaria, que no pierde la esperanza un mes después.

Según cuenta a EFE, ya le buscaba desde antes del derrocamiento del régimen, pues perdió su pista en 2013, cuando se suponía que debía haber vuelto a casa después de que desertara junto con sus amigos del Ejército de Al Asad y se fuera a pasar seis meses a un bastión opositor.

"Asignamos a alguien para que le buscara, dijeron que estaba en Sednaya. Ahora todos los de Sednaya están fuera, pero él no ha venido", lamenta la mujer.

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La guerra civil en Siria ha dejado cientos de miles de muertos y ha desplazado a 12 millones de personas de sus hogares. Créditos: EFE/Noemí Jabois.

Como muchos otros familiares de desaparecidos, trata de no perder la esperanza, pese a que hasta ha mandado fotografías de Hamoud a un grupo en línea y las semanas siguen pasando sin que la búsqueda de ningún fruto.

"Me preguntan si hoy le reconocería, te juro que no creo que pudiera", comenta, envuelta en su túnica negra.

Doble desaparición

Warda Jasem al Ali jura que vio un vídeo en el que se puede observar a su hijo Abdulrahman abandonando la misma infame prisión el 8 de diciembre.

"El primer día que abrieron Sednaya le vi, le vi salir con otros detenidos. Le vi y le reconocí, pero ¿dónde está? Hasta ahora no le he podido encontrar", asevera, relatando una historia de doble desaparición que también aseguran haber vivido otros familiares de las víctimas.

Nadie sabe qué ha pasado con ellos.

"Pregunté, no hay un sitio al que no haya ido a preguntar, pero nada. Le compartí en grupos y fui a concentraciones en la plaza Omeya, sin resultado", agrega Warda, de 55 años, en declaraciones a EFE.

Ella también viene a la zona cada día por si escucha alguna noticia sobre Abdulrahman, que despareció hace siete años y hoy tendría 37. El cartel que lleva en la mano tiene una fotografía de su hijo antes de su detención, a lado de una captura de pantalla del vídeo de su supuesta liberación.

Warda es de Al Raqa, en el norte del país, y no se ha movido de Damasco desde poco después de la caída del régimen.

"Me quedaré un mes, o dos, no me iré hasta que le encuentre", zanja.