La extraordinaria basílica de la Sagrada Familia, en Barcelona, lleva en construcción más de 130 años, y hay quienes tienen la esperanza de que para cuando quede terminada, en unos 20 años, su arquitecto Antoni Gaudi esté cerca de alcanzar la santidad.
Cada año millones de turistas se maravillan ante su cautivadora visión. Algunos se conmueven casi inesperadamente.
"La iluminación me ensimisma, me invita a la introspección", dice Lourdes Cirlot, historiadora del arte en la Universidad de Barcelona.
Según Cirlot, el edificio "provoca un estado próximo al éxtasis místico".
Pero no es la indisputada genialidad de la Sagrada Familia lo que haría que Gaudí pudiera ser candidato a la santidad.
"La Iglesia Católica y Romana siempre ha usado a los mejores artistas. Esa lógica significaría que tendríamos que beatificar a Miguel Ángel o a Mozart", le dijo a la BBC el periodista Josep Maria Tarragona, encargado de escribir una detallada biografía de Gaudí para el proceso de beatificación.
"Pero esa no es la cuestión. La cuestión es que la vida de Gaudí es la vida de un cristiano ejemplar. Su vida es la vida de un santo", dijo.
Un laico candidato a la beatificación
Hace más de 20 años un grupo de catalanes inició una campaña para convertir a Gaudi en santo.
En 1992 el arquitecto Jose Manuel Almuzara creó la Asociación Pro Beatificación de Gaudí y empezó a tramitar los papeles necesarios para que el Vaticano considerara la candidatura del arquitecto modernista.
Gaudí nació en Cataluña en 1852 en el seno de una famlia acomodada y tuvo una vida llena de "caballos, ópera y los mejores restaurantes", según Tarragona.
Para cuando se graduó en arquitectura por la Universidad de Barcelona ya había empezado a formular el que sería su lenguaje visual único, inspirado por los edificios pre islámicos del delta del Nilo.
Cuenta la leyenda que cuando el director de la escuela de arquitectura Elies Roges le dió su diploma dijo que no sabía si se lo estaba dando a un genio o a un loco.
Durante su vida, Gaudí siempre se preocupó por el bienestar de los trabajadores.
Ayudó a diseñar la progresista Colonia Güell, una comunidad de trabajadores industriales con viviendas, edificios culturales y religiosos, escuelas y hospitales. Y después de empezar a trabajar en la Sagrada Familia en 1883, Gaudí construyó escuelas para los hijos de los trabajadores y los parroquianos.
De no practicante...
Fue una persona polémica para el proyecto de la Sagrada Familia porque no era católico practicante.
Pero eso empezó a cambiar a medida que la monumental basílica fue tomando forma.
Tarragona cree que fue mientras trabajaba en la representación de la natividad para la fachada cuando el arquitecto "vio a la persona de Jesucristo".
Poco a poco, su vida empezó a seguir un modelo ascético.
Para el almuerzo Gaudí solía comer unas hojas de lechuga mojadas en leche.
Al princpio de sus 40 casi murió durante el ayuno de cuaresma, y sólo volvió a comer cuando un sacerdote le recordó su misión de construir la basílica.
A esa encomienda dedicó cuatro décadas de su vida, rechazando por ello lucrativos contratos en París y Nueva York.
Y cuando el proyecto estuvo en peligro de bancarrota, Gaudí empeñó sus ahorros.
... a vivir dentro de la iglesia
Gaudí nunca se casó, aunque eso no tuvo nada que ver con su religión, según Tarragona. Era simplemente desafortunado en el amor.
Pasó sus últimos meses completamente inmerso en su trabajo, viviendo al lado de su taller dentro de la iglesia.
Salía a las calles para pedir dinero para la construcción, que siempre se financió con donaciones públicas.
Cuando lo atropeyó un tranvía en junio de 1926, mientras iba de camino a confesarse, pensaron inicialmente que era un mendigo, por sus ropas harapientas.
Gaudí murió tres días después, dejándole todo su dinero a la basílica.
Un proceso lento
Pero Gaudí no tuvo una muerte de mártir, y en ese caso, antes de la beatificación, el Vaticano requiere la prueba de un milagro.
"El problema es que Gaudí no ha hecho un milagro", dice Tarragona. "Y si no tienes un milagro, todo va despacio".
Durante los años posteriores a la formación de la asociación de Almuzara, en 1992, poco pasó.
Según Tarragona, a los líderes religiosos de Cataluña no les convencía la idea.
Además, la campaña por la beatificación de Gaudí enfrentó la oposición de la Cataluña secular, a la que le molestaba que la Iglesia quisiera apropiarse de una figura nacional.
Interés del Vaticano
Pero a partir del año 2000 las cosas empezaron a cambiar un poco.
La mayoría de los santos católicos vienen de las filas religiosas, curas, frailes y monjas. Pero Juan Pablo II estaba interesado en la beatificación de cristianos laicos y gracias a la cobertura internacional de la campaña por la beatificación de Gaudí, el Papa se enteró del caso.
Parece que hubo ciertos indicios de interés por parte del Vaticano y las cosas comenzaron a progresar con una mayor rapidez.
En 2003 los obispos de Cataluña compilaron en un documento información sobre la vida del arquitecto y se lo enviaron al Vaticano.
Para su sorpresa los funcionarios del Vaticano les contestaron casi inmediatamente expresando su interés.
En 2010 hubo otra señal positiva para los propulsores de la iniciativa, cuando el Papa Benedicto XVI consagró la Sagrada Familia y alabó la creatividad del arquitecto modernista.
Pero... ¿y el milagro?
Ahora la candidatura está siendo estudiada por cardenales y teólogos, dentro de la Congregación de las Causas de los Santos.
Si votan a favor, será presentada ante el papa Francisco. Y si éste da un veredicto positivo, Gaudí sería llamado "venerable".
La postulación fue presentada oficialmente el 9 de julio de 2003 y casi doce años después, los impulsores de la causa esperan que eso suceda pronto.
"Podría pasar en un par de años", calcula Tarragona.
A partir de ser declarado "venerable" sus seguidores tendrían que probar un milagro para llevarlo camino de la beatificación.
Lo que el comité pro beatificación está buscando es una cura médica que deje a los médicos atónitos.
Ha habido algunos casos en los últimos años que animaron a los propulsores de la candidatura. Pero al final ninguno properó.
A pesar de esas decepciones, tanto Almuzara como Tarragona son optimistas y creen que Gaudí está en el camino hacia la beatificación.
En todo caso, a la Iglesia Católica Romana le gusta tomarse su tiempo en estos menesteres.
Y sería perverso apurar a Antoni Gaudi en la muerte cuando él se negó en vida a que lo apresuraran.
Cuando a Gaudí le preguntaban, con impaciencia, cuándo se terminaría la Sagrada Familia, él respondía: "Mi amo no tiene prisa...".