Últimas oportunidades para disfrutar el exitoso regreso de "El barbero de Sevilla"
Con dos aplaudidos repartos dirigidos por el maestro español José Miguel Pérez-Sierra, finaliza este jueves y viernes sus funciones en el Municipal de Santiago.
Con dos aplaudidos repartos dirigidos por el maestro español José Miguel Pérez-Sierra, finaliza este jueves y viernes sus funciones en el Municipal de Santiago.
an pasado dos siglos desde su estreno, y la comedia "El barbero de Sevilla" de Gioachino Rossini sigue encantando a audiencias de todas las edades a lo largo del mundo, no sólo instalada por derecho propio como una de las óperas más populares de la historia, sino además una de las más accesibles para quienes se están iniciando en el género lírico.
Y Chile no ha sido la excepción: desde su debut local en 1830 nunca ha dejado de ser un título recurrente en el gusto de los operáticos de nuestro país, en particular en el Teatro Municipal de Santiago, donde tras su premier en 1858 ha regresado en más de 50 temporadas.
Precisamente en este 2018 en que se conmemoran 150 años de la muerte del compositor, el Municipal trajo de vuelta esta obra como quinto y penúltimo título de su temporada lírica, y tras su estreno el pasado jueves 20 (luego de ser la obra representada en la gala presidencial del 18 de septiembre) la está ofreciendo en la misma elogiada, dinámica y entretenida puesta en escena del director teatral italiano Fabio Sparvoli (con escenografía de Giorgio Richelli, vestuario de Simona Morresi e iluminación de José Luis Fiorruccio), ya presentada previamente en ese escenario con éxito de público y crítica en 2008 y 2013, y que incluso se representó en Montevideo y Lima.
Al servicio de esta historia de amor y humor ambientada en Sevilla, el montaje respeta absolutamente los códigos tradicionales de la trama, pero le aporta elementos particulares que le dan agilidad y frescura. El centro visual sigue siendo el atractivo y funcional diseño escenográfico de la casa en que viven la joven Rosina y su tutor el doctor Bartolo, una enorme estructura transparente que se puede mover permitiendo distintos ángulos al espectador. Quienes ya hemos visto anteriormente la producción quizás a estas alturas la encontremos un poco repetida al ya conocer las bromas y recursos escénicos a los que recurre, pero a juzgar por los comentarios a la salida de las funciones de quienes nunca la habían visto, la puesta sigue conservando intactos su magia y encanto. Y Sparvoli no sólo acierta nuevamente con algunos de los elementos más memorables de su propuesta -como los movimientos de un grupo de actores que aparece en distintos momentos para realzar lo cómico, el hilarante final del primer acto o el interludio orquestal que representa el temporal y acá es acompañado en escena por paraguas voladores-, sino además los elencos convocados aprovechan de agregar oportunas bromas y guiños, como las frases en español de Don Bartolo o la cueca que bailan Fígaro y Rosina.
Pero así como la puesta en escena es fundamental en el éxito de este regreso del "Barbero", es la música la que le da su definitivo sello triunfal al espectáculo que está ofreciendo el Municipal. Y no sólo porque la partitura compuesta por un veinteañero Rossini es una obra maestra en sí misma, lo que le ha permitido trascender los ámbitos líricos para instalarse hace mucho en la cultura popular -basta con recordar cómo sus melodías han sido utilizadas por personajes animados como Bugs Bunny y Tom y Jerry, por ejemplo-, sino especialmente porque en esta ocasión la Filarmónica de Santiago está dirigida una vez más por uno de los mejores especialistas en Rossini de la actualidad a nivel internacional, el maestro español José Miguel Pérez-Sierra, en los dos repartos con que se está ofreciendo la pieza, el elenco internacional y el elenco estelar, que debutó este miércoles 26.
Formado en este autor directamente con quien probablemente fue el mayor experto rossiniano del último medio siglo, el italiano Alberto Zedda -fallecido el año pasado-, este director ya demostró su talento en el Municipal primero con "Los puritanos" de Bellini en 2014, y posteriormente confirmando ser una autoridad en Rossini con la inolvidable versión de "El turco en Italia" en 2015 y el año pasado con "La cenicienta". Siempre atento al equilibrio entre el foso y los cantantes, Pérez-Sierra consigue resultados brillantes de la Filarmónica, con una ductilidad y un toque ligero que la orquesta no consigue a menudo guiada por otras batutas, cuidando los balances sonoros y los contrastes de ritmo, con matices y detalles que no siempre se escuchan a pesar de tratarse de una obra tan conocida como esta. Bajo su energética y entusiasta dirección, momentos como esa verdadera joya que es el final del primer acto son en verdad irresistibles.
Mientras el elenco estelar incluye entre sus protagonistas a reconocidos intérpretes chilenos ya fogueados y probados en esta obra con esta misma producción y en los mismos roles -la mezzosoprano Evelyn Ramírez y el bajo-barítono Sergio Gallardo fueron Rosina y Doctor Bartolo en 2008 y 2013, año en que el barítono Patricio Sabaté ya fue Fígaro-, el elenco internacional permite al público local el privilegio de apreciar en vivo el debut en Latinoamérica de la mezzosoprano rusa Victoria Yarovaya (Rosina) y el tenor sudafricano Levy Sekgapane (Conde de Almaviva), dos cantantes que están destacando especialmente en Rossini en algunos de los principales escenarios europeos, y en particular en el que es considerado el epicentro mundial del canto rossiniano: el Festival de Pesaro, en la misma localidad natal del músico.
Yarovaya es una mezzo ideal para Rossini: su hermosa voz, cálida y de generoso volumen, destaca especialmente en los tonos medios y graves, ha desarrollado muy bien su capacidad para el canto ágil y ligero que exigen habitualmente las partituras del autor -la coloratura- y por si fuera poco, en lo actoral es una Rosina pizpireta y adorable. En el otro reparto, Evelyn Ramírez es una vez más una estupenda y vivaz Rosina, y si bien en sus respectivos elencos ambas cantantes ofrecen buenas versiones del más famoso momento solista de su personaje, "Una voce poco fa", parecen mucho más cómodas en la lección de canto del segundo acto, en "Contro un cor".
Además de sus pergaminos rossinianos, Sekgapane llegó al Municipal con el ingrediente extra de haber sido elegido ganador de la versión 2017 de Operalia, el afamado concurso de canto creado por Plácido Domingo, y del cual han surgido varios de los nombres más cotizados del canto lírico en las últimas dos décadas. La voz no es particularmente atractiva, su timbre tiene un sonido casi infantil y el volumen es reducido, lo que en conjunto quizás hace que no guste a todos por igual, pero a nivel de estilo, su canto se adapta muy bien a las enormes exigencias que Rossini hace al rol del Conde, y afronta con seguridad y entrega tanto la coloratura como las notas agudas, lo que le permite entregar una espléndida versión de su muy difícil aria final, "Cessa di più resistere", la misma que no se había ofrecido en esta producción ni en 2008 ni en 2013. En lo actoral es a ratos un poco tieso, pero a medida que avanza la obra se hace cada vez más efectivo.
En el elenco estelar originalmente el rol del Conde lo interpretaría el tenor ruso Anton Rositskiy, quien ha cantado en el Municipal en "El elixir de amor", "Los puritanos" y "Tancredi", pero finalmente quien asumió el personaje y de paso está debutando en el Municipal fue el ascendente tenor argentino Santiago Ballerini, quien está desarrollando una cada vez más promisoria carrera internacional. Y podemos decir que el público salió ganando, porque el desempeño de Ballerini es impecable: no sólo canta con buen gusto (es excelente su sutil y delicada interpretación de "Se il mio nome saper voi bramate") y tiene una de las voces de tenor lírico más bellas que se han oído en el Municipal en el último tiempo, sino que además es un actor desenvuelto y simpático, con mucha personalidad escénica. Siempre las comparaciones son ingratas, pero si bien no tiene el dominio y la facilidad de la coloratura que ya ha alcanzado su colega del otro elenco, de todos modos pudo ofrecer una lograda y energética versión de "Cessa di più resistere", merecidamente aplaudida con entusiasmo por el público. Una voz y un artista que esperamos regrese pronto al Municipal.
Con su simpatía y eficaz despliegue musical, el barítono ruso Rodion Pogossov ya ha contado con el favor del público santiaguino como Papageno en "La flauta mágica" en 2007 (además de un regreso en la temporada de conciertos 2014, en "Las campanas", de Rachmaninoff) y precisamente encarnando al rol titular, el barbero Fígaro, en la anterior presentación de este montaje en 2013, regresando ahora en el elenco internacional incluso de manera más chispeante y encantadora. También de retorno en el rol protagonizando el elenco estelar, el siempre excelente Patricio Sabaté da la impresión de partir un poco cansado con su célebre "Largo al factotum", pero no tarda en lucirse a lo largo de la noche con su habitual solvencia vocal y teatral, conformando también un adorable Fígaro.
Esta producción del "Barbero" ha sido particularmente afortunada en la elección de quienes han interpretado a Don Bartolo, el divertido tutor de Rosina; si en 2008 y 2013 el rol fue respectivamente abordado por los veteranos y notables Alessandro Corbelli y Bruno Praticò, en esta ocasión en el elenco internacional el barítono portugués José Fardilha es uno de los grandes aciertos de este regreso. Ya lo conocimos en 2009 como Taddeo en "La italiana en Argel" y casi una década después en su regreso al Municipal vuelve a confirmarse como un excelente intérprete bufo rossiniano, haciendo reír con innata comicidad pero sin caer en la caricatura que muchos colegas a menudo imprimen en el personaje, y cantando con voz bien timbrada, sonora y segura. Como era de esperar, se lució especialmente en "A un dottor della mia sorte". Y también como era de suponer, en el elenco estelar Sergio Gallardo nos muestra nuevamente que Bartolo es uno de sus papeles más logrados.
Por su parte, en el elenco internacional el joven bajo-barítono ruso Pavel Chervinsky fue Don Basilio, el maestro de música de Rosina; este intérprete ya ha actuado en el Municipal en tres óperas en los últimos dos años -"Tancredi" en 2016, y el año pasado en "Mozart y Salieri" en versión de concierto, además de ser el Rey en "Aida"- y si bien siempre ha sido correcto, ni por material vocal ni por actuación deja una impresión particularmente relevante, lo que vuelve a pasar ahora con su discreta participación, que ni siquiera tiene mayor realce en su célebre momento solista, "La calunnia". Mucho más acertado estuvo el bajo-barítono venezolano Álvaro Carrillo, en el elenco estelar.
Como la criada Berta, en el elenco internacional la soprano suiza Jeannette Fischer fue un auténtico lujo: también con experiencia en escenarios como la Scala de Milán e interpretando a Rossini en Pesaro, destacó en cada una de sus intervenciones, sacó el máximo partido a su "Il vecchiotto cerca moglie" y es verdaderamente genial cuando improvisa pasos de baile en el número de conjunto del final del primer acto; en el elenco estelar, la ascendente soprano chilena Marcela González cantó este personaje con gracia y entusiasmo. En roles secundarios destacan además tres barítonos locales: Javier Weibel y el cantante de origen cubano Eleomar Cuello son dos eficaces Fiorellos en el elenco internacional y el estelar, respectivamente, mientras en ambos repartos el oficial está a cargo de Felipe Ullia -no mencionado o identificado en el programa de sala-, y una vez más las voces masculinas del Coro del Municipal, dirigido por Jorge Klastornik, se lucen en su breve pero cómica participación en el cierre del acto primero.
Las últimas dos funciones de "El barbero de Sevilla" serán este jueves 27 (elenco internacional) y el viernes 28 (elenco estelar), y aún quedan entradas disponibles.