La bitácora de viaje de Aldo Schiappacasse desde Querétaro: Cielito lindo
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Por Aldo Schiappacasse, @AldoRomuloS
Los mexicanos, en el estadio, son gente buena, a no ser por ese grito infame que le dedican a los arqueros rivales y que a estas alturas es parte del acervo cultural, imposible de erradicar. En La Corregidora escucharon con respeto el himno chileno, hicieron desplegar a un centenar de militares el pabellón patrio, gritaron el insufrible "alabió, alabao" y, cosa nueva para mí, las emprendieron varias veces -al menos tres- con el Cielito Lindo, canción tradicional que en Chile se hizo conocida y popular en las campañas de Arturo Alessandri, cuando el caudillo encantaba a la "chusma inconsciente".
Si querían venganza por la "Masacre de Santa Clara" pues no la tuvieron. Y el mérito fue de Reinaldo Rueda, quien en el momento justo dio prueba de su mano de estratega para hacer modificaciones en el segundo tiempo que le cambiaron el rumbo al partido. Los ingresos de Pulgar y Paulo Díaz aliviaron a Gary Medel, libraron a Vidal, adelantaron a Isla y Eugenio Mena, quien hizo el mejor partido en mucho tiempo con la Roja, reemplazando a Parot.
El gol del Nico Castillo vino a terminar con la sequía, nos hizo recuperar confianzas y, a la postre, dejó la sensación que el ensayo con Sagal y Junior como aleros es un tema a revisar, porque no funciona. No hay desborde, no hay marca y ambos rotan en busca de un acomodo que tarda mucho en llegar.
Vendrán partidos en casa con rivales centroamericanos en noviembre, que deberían servir para pagar temas pendientes. El más importante de todos es Alexis Sánchez, que tuvo otro pleito ingrato, lejos del área, muy retrasado y solitario. No son buenos tiempos para el Chico Maravilla, que apronta las filmaciones de su película, que tiene final incierto.
Acá en Querétaro, al final de un nuevo ciclo, las cosas mejoraron para la Roja. Al son del Cielito Lindo. Toda una metáfora.