La columna de Marcelo Barticciotto: Sin Paredes, Colo Colo es otro equipo
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Por Marcelo Barticciotto, @marcelobarti
Esteban Paredes está encendido, todo lo que toca lo transforma en gol. Lleva 202 y va por más. Sabe que no que no le queda mucho y controla a la perfección sus cargas.
Corre cuando tiene que correr y dosifica cuando lo tiene que hacer. Es más, estos últimos años, ha sido mucho más efectivo, sus controles son mejores, sus piques mejor calculados y sus definiciones más certeras.
Es tan importante para Colo Colo que sin él, es otro equipo, y sus compañeros lo saben, lo cuidan, lo protegen y lo buscan dentro del campo de juego. Dicen que en el fútbol un buen control dentro del área es medio gol, y eso es una de las virtudes de Esteban Paredes, siempre está al acecho, siempre en puntas de pie, para anticipar al defensor que se le ponga adelante.
El domingo llegó a los 202 goles, y les faltan 13 para igualar el récord del gran "Chamaco" Valdés. Parece fácil pero es una cantidad de goles impresionante y el promedio por partidos, abrumador. Le queda mucho campeonato por jugar y a este ritmo lo más probable es que no solo alcance el récord, sino que lo supere.
Se ha transformado en ídolo, y lo mejor de los ídolos es que no lo transforman ni los periodistas, ni los comentaristas, ni los dirigentes, ni sus compañeros. Lo transforman los hinchas, su gente, que muy rara vez se equivoca, y eso es lo mejor que le puede pasar a una persona, tener el reconocimiento de la gente, en el estadio, en la calle y en donde pueda estar.
Paredes tiene 37 años y eso es lo más valorable. Quizás no tenga la misma explosión que hace años, ni tampoco la velocidad que lo hacía marcar tanta diferencia, pero sabe correr mejor, dosifica mejor su esfuerzo y no desaprovecha las situaciones que crea. No necesita participar mucho en el juego ni tener mucho contacto con el balón, hay partidos en donde toca tres pelotas y convierte dos goles. El nivel de efectividad es impresionante, es un depredador del área, y ve a los arqueros rivales como sus presas, y cuando apunta, es casi seguro que éstas caen a sus pies.