La columna de Aldo Schiappacasse: ¿Es el taca-taca un deporte nacional?
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Por Aldo Schiappacasse, @AldoRomuloS
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En Argentina lo conocen como metegol y en España como futbolín. En rigor, deberíamos referirnos a él como fútbol-mesa, pero sólo en español lo llaman futbolito, futmesa, fulbatín, futillo, tiragol, fulbote y fulbacho. Por ende, la pretensión de la diputada Erika Olivera de consagrarlo como deporte nacional topa con una contradicción: es un deporte universal.
Me engarcé en una discusión en torno a si podíamos considerarlo un deporte, si sólo requería habilidades manuales, y en mi criterio el taca-taca es tan deporte como el automovilismo, el tiro con escopeta, o el tenis de mesa, pero coincido es que es materia debatible. Como todo, por supuesto.
Dependerá, por supuesto, de la configuración táctica con que se juegue. A mí me gusta el estilo más clásico, de tres defensores, cuatro volantes y tres delanteros, aunque concedo que las canchas sobrepobladas de volantes no son malas. La convención internacional indica que debe ser 3-5-2, para evitar que la zona del medio sea de mero tránsito, me explican. Los españoles, para llevar la contraria, poner a sus jugadores de piernas abiertas y la posibilidad de empujar el balón con ambas extremidades, pero en un 3-3-4 que se ha prestado para polémicas por lo ancho de la banda delantera.
Es universal también el hecho de que la pelota, bajo ninguna circunstancia, debe volver al campo tras ingresar al arco, y los modos para lograrlo son múltiples, aunque me sigue cautivando el golpe contra esa barrera metálica que se balancea.
En fin. El mejor cuento de taca-taca es de Fontanarrosa ("Memorias de un wing derecho") y en él se basó la película de Campanella-Sacheri ("Metegol"). Dicen que el juego no lo inventó un chileno, sino un español llamado Alejandro Campos Ramírez, quien combatiendo en la Guerra Civil quedó sepultado bajo los escombros. En su recuperación, y tratando de levantar la moral de los jóvenes heridos, inventó este artefacto, lo que nos obliga a pensar que si el futbolín no es deporte nacional en España, menos debería serlo en Chile.
Es una iniciativa muy polémica, pero que de seguro supondrá un acalorado debate en sala, que espero seguir detalladamente. En mi época practiqué mucho este deporte nacional, hay una cancha con poca asistencia en mi casa y de tanto en tanto, en algún balneario olvidado, suelo recordar los buenos tiempos. Si juego, soy inflexible: no se permiten los remolinos.