La columna de Pelotazo: Abuela futbolera

La semana que recién terminó fue difícil. Mi abuela materna falleció y su partida, aparte de pena, me trajo muchos recuerdos. Les comparto uno futbolero.

Desde que tenía cinco años (1986) juntaba álbumes de fútbol, sin embargo, no cumplía el objetivo de completarlos. Siempre faltaron láminas: o porque no las conseguía o porque no tenía el dinero suficiente para comprar más sobres.

Ahí entra la señora María Eugenia a la historia. Dicen que los abuelos malcrían… bienvenido sea! Cuando mis padres no me podían dar alguna moneda o billete para comprar láminas, aparecía ella para subsidiar la alegría del nieto.

Desde el álbum de Italia 1990, aquel amarillo de Coca Cola, completé varios gracias a mi abuela.

Lo mejor de todo llegaba cuando faltando pocas láminas para ser feliz me decía: "¿Y si vamos a Salo a comprar las que no tienes?". Eso me inflaba el corazón y desde pequeño me hacía creer en la santidad de una persona.

Qué manera de gastar tardes abriendo sobres, pegando láminas, viendo cuáles se repetían, cuáles debía conseguir, y en ese duro trabajo, mi benefactora me llamaba a tomar leche y a comer una marraqueta con queso y jamón. Éxtasis.

Tras ello se sentaba a mi lado y me preguntaba si me faltaba mucho para completar el álbum de turno. Era la mejor pregunta de todas. Porque si decía "mucho", venía un “mañana compramos más sobres". Qué mejor.

Han pasado 25 años y esas tardes me dan vueltas en la cabeza. Es ahí cuando me hace sentido la frase del escritor francés François Mauriac: "La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo". Descansa en paz, abuela.