Papitas del fútbol: El día que echaron al papa
"¿Y ese cura quién es?", le preguntó Alfio Basile al presidente de San Lorenzo.
"¿Y ese cura quién es?", le preguntó Alfio Basile al presidente de San Lorenzo.
Corría 1998 y el técnico Alfio Basile fue contratado en la quinta fecha del torneo de Claurura para sacar a San Lorenzo del fondo del pozo. La escuadra donde jugaban Gorosito y Acosta (después de su paso por Chile) no ganaba y cuando el entrenador vio a un sacerdote con sotana dentro del vestuario sacó a relucir lo peor de su espíritu cabalero.
- "¿Y ese cura quién es?", le preguntó a Fernando Miele, el presidente del club.
- "Y, es un cura fanático que viene a saludar a los jugadores antes de los partidos", le respondió el timonel.
- "Sácalo de acá. Capaz que él sea la mufa que nos tiene jodidos. Este equipo no le gana a nadie, ¿para qué queremos a un cura?. Y además no quiero que nadie me desconcentre a los muchachos".
Y así fue como Bergoglio -que por entonces ya era Arzobispo de Buenos Aires- no volvió a entrar jamás al camarín de los gauchos de Boedo, el equipo de su pasión y al que había jurado devoción desde que conoció la historia de Lorenzo Mazza, el sacerdote que sacó a los niños que jugaban en la calle para hacerlos chutear en el patio de la parroquia, y en cuyo nombre sería bautizado el club.
Muchos años más tarde, en abril de 2013, Basile se encontró con Miele en un restaurante: "¿Viste quién es el Papa?', le pregunta el dirigente. 'Ese era Bergoglio, el que vos echaste del vestuario ", confesó, después de la investidura y de la fumata blanca, en medio de risas, el Coco.
Jorge Bergoglio se hizo hincha de San Lorenzo a los 10 años, cuando acompañaba a su padre (que jugaba basquetbol) al gimnasio del club en Boedo. Tiene el numero 88235N-0 de socio y celebró la misa del centenario del club.
El 2013, después de haberse consagrado campeones del torneo argentino y encabezados por Marcelo Tinelli, una delegación de dirigentes y jugadores viajó hasta Roma para entregarle una réplica de la Copa. Como director técnico viajó un devoto católico, su entrenador Juan Antonio Pizzi, a quien el Sumo Pontífice agradeció efusivamente. Al año siguiente, tras ganar la Libertadores, la procesión se repitió, aunque esta vez iba a cargo de un nuevo DT, Edgardo Bauza.
Es, con holgura, el papa más futbolero de la historia, aunque el Pontificado y el fútbol están unidos desde hace rato, con otras historias que les contaremos en los próximos días.
El relato de Aldo Schiappacasse: