Maracaná y Estadio Olímpico, en crisis a siete meses de Juegos Olímpicos de Río 2016
Problemas económicos afectan a dos de los recintos deportivos más importantes de Brasil
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El estadio Maracaná y el Estadio Olímpico de Río de Janeiro atraviesan, a siete meses de los Juegos Olímpicos de 2016, una grave crisis financiera. Los administradores del mítico recinto despidieron al 75 por ciento de su plantilla de trabajadores, mientras que el Engenhão se vio afectado por cortes de luz y agua por facturas impagas.
En un comunicado, el Consorcio Maracaná S.A explicó este martes que los despidos responden a la necesidad de "adaptarse al período exclusivo" de las justas olímpicas, cuando cederá sus instalaciones al Comité Organizador de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos Rio 2016 durante nueve meses.
El consorcio, además, reconoció que está realizando "esfuerzos continuos para reducir los costes fijos, minimizar los prejuicios operacionales y adecuarse a los impactos de la alteración unilateral del contrato de concesión y a los períodos de interrupción de la operación como el Mundial de 2014 y los Juegos Olimpicos de 2016".
El legendario estadio Maracaná albergará las ceremonias de inauguración y clausura, además de numerosos partidos de fútbol.
La crisis también afectó al Estadio Olímpico, conocido popularmente como Engenhão, puesto que la luz y el agua permanecen cortadas desde hace una semana por el impago de las facturas de estos servicios referentes a los meses de abril y mayo pasados.
Botafogo, club que regenta el estadio, alega que la alcaldía debería pagar esas facturas, puesto que hasta mayo pasado estaba ejecutando las obras de adaptación necesarias para los Juegos Olímpicos.
La secretaría municipal de Concesiones y Asociaciones Público-Privadas (Secpar), en tanto, informó este martes por medio de un comunicado que llegó a un acuerdo con Botafogo en abril pasado para que se hiciera cargo de esas facturas, porque en ese mes terminaron las obras y cedió 30.000 asientos para que el club volviera a organizar partidos.
El estadio, que fue construido para los Juegos Sudamericanos de 2007, permaneció clausurado entre marzo de 2013 y enero de 2015, para recibir importante reforma estructural, puesto que se detectó un alto riesgo de que la cubierta se desplomara con vientos moderados.