La crisis mundial de los "frasquitos del pipí"
La empresa suiza Berlinger AG dejará de fabricar sus reconocidos productos.
La empresa suiza Berlinger AG dejará de fabricar sus reconocidos productos.
En el siempre polémico mundo del doping y el deporte hay una crisis, y esta vez no es moral ni médica, sino de procedimientos. Los organismos miran con desolación como las 300 mil muestras de orina que se toman al año en diversas disciplinas deberán quedar en suspenso por una razón insólita: la empresa que fabricaba los frascos para tomar esas muestras ha decidido interrumpir la producción. Y no se avista nadie que pueda reemplazarla.
Berlinger AG es una sólida y antigua empresa textil suiza, la creadora de la célebre cinta de la basta, que revolucionó el mercado textil. Luego diversificaron su negocio creando termómetros industriales. Y finalmente, la primera gran crisis del dopaje le entregó una oportunidad en bandeja -en 1998, con el caso Festina- cuando un invento patentado en sus talleres le entregó la solución al mundo del deporte: harían frascos inviolables.
Durante dos décadas los suizos tuvieron el monopolio de los frasquitos donde se guardaba y transportaba la orina de todos los deportistas del mundo para ser analizada en sus laboratorios. Cuál era la gracia: que una vez sellada no había manera de vulnerar o alterar su contenido sin romper el sello de manera irreversible. Hasta el domingo pasado, cuando de manera sorpresiva, y después de varias denuncias sobre su producto estrella, los ejecutivos de Berlinger anunciaron que dejarán de fabricar el frasquito de la discordia.
En la Agencia Mundial Antidopaje admitieron la crisis, sin determinar cuantos frasquitos quedan en stock, pero admitiendo que es probable que el número de test deba ser reducido hasta encontrar una solución, lo que nos fácil: las competencias son muchas y se viene el Mundial. En otras palabras, hay mucha orina suelta sin frasquitos para recibirla.
La ventaja de los suizos es que casi todos los organismos deportivos tienen sede en su país, pero la decisión, más allá de las negociaciones, es irrevocable: se acabaron los frasquitos. Hasta ahora sólo una empresa, los ingleses de Versapack, que los fabricaban antes de 1998, han anunciado su disposición a llenar el vacío, pero tendrán que apurarse. Porque, como se dice en estos casos, la necesidad y el apuro es mucho.