La regla del calor extremo, que se aplica por primera vez en esta edición del Abierto de Australia, llevó a algunos participantes a quejarse de lo injusto de jugar en esas condiciones y a sugerir que quizás deberían suspender los partidos y, porqué no, cambiar la fecha de la realización del torneo.
Con temperaturas cercanas a los 40 grados centigrados, durante la segunda jornada de tenis, se vivió uno de esos días típicos del torneo oceánico, en donde los espectadores que ven el tenis bajo el fuerte sol es casi una osadía y, para los jugadores, practicar el tenis se convierte en un acto casi de heroísmo.
Este martes, no había transcurrido ni hora y media desde el comienzo de la jornada cuando se aplicó la "política de calor extremo", por la cual la organización decretó la detención de partidos.
A partir de ese momento, los encuentros que aún no habían empezado se aplazaron, excepto los que debían disputarse en las canchas Rod Laver Arena y en el Vodafone Arena, que podrían empezar bajo techo al cerrar sus modernos techos movedizos. Sin embargo, los encuentros que se disputaban al aire libre, según la norma, tenían que seguir disputándose bajo el sol.
"Las condiciones para jugar eran horribles. No entiendo que se tome esa medida y que los que estemos jugando no podamos parar. ¿Por qué no se detienen todos?", dijo el argentino David Nalbandian (8º ATP), que debió luchar durante más de tres horas para derrotar al serbio Janko Tipsarevic (64º).
Para el cordobés, la postura está lejos de ser justa. "Los otros jugadores van a jugar con menos calor o en la cancha central bajo techo, y eso es mucha ventaja". Además, pidió más flexibilidad en situaciones tan extremas.
"Necesitamos más apoyo. Sólo se puede llamar al trainer dos veces o esperar los cambios de lado. Durante el partido comenzó a dolerme la cabeza, me sentía muy mal", agregó.
Sin embargo, el español Rafael Nadal (2º), que jugó bajo techo ante el estadounidense Robert Kendrick, 90 del mundo, hubiera preferido hacerlo al aire libre, según dijo, echando por tierra la teoría del argentino, señalando que "si se tiene luego un día de descanso, eso no afecta. Y en el partido el calor es igual para los dos".
Carlos Moyá (41º), que también jugó y perdió en "cancha indoor" ante James Blake (5º), se puso del lado del argentino. "Es injusto", dijo.
El ecuatoriano Nicolás Lapentti (69º), que se impuso en tres set al británico Alan Mackin (270º) se dio cuenta del calor que hacía al llegar al vestuario: "En la cancha estuve bien, pero me sentía raro, me tuve que aflojar la gorra porque me apretaba. Al llegar al vestuario me vi la cara como hinchada".
Las mujeres también lo sufren
Quien tampoco lo pasó bien fue Maria Sharapova (2ºWTA), la primera favorita del cuadro femenino, quien tras derrotar a la francesa Camille Pin (61º), necesitó de atención médica para poder recomponerse del esfuerzo fisico.
"Tuve que visitar al doctor tras el partido. Fue realmente muy duro. Deberían haber cerrado el techo", lamentó la rusa, que jugó en la cancha central.
"Es humanamente imposible jugar tres horas con ese calor. No creo que nuestros cuerpos estén hechos para soportar eso", agregó. Y es que el calor genera preocupaciones físicas entre los tenistas.
Sharapova fue más allá. Preguntada por un cambio de fechas del primer Grand Slam del año para evitar el severo verano austral, señaló: "Creo que los jugadores preferirían jugar en mejores condiciones". (Agencias)