Con la frente en alto

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Autor: Cooperativa.cl

Chile cayó ante Estados Unidos, pero vendió cara su derrota. Polémicos cobros perjudicaron a Fernando González que jugo al límite con Andy Roddick y estuvo muy cerca de ganar los dos primeros sets. De seguro, otra habría sido la historia.

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Por Rodrigo Hernández desde California

 

Había jugado un primer set perfecto. Y el segundo a altísimo nivel, aunque a esa altura el trámite se había emparejado. Fernando González estaba set arriba (6-4) y mano a mano con Andy Roddick. Sin quiebres de servicio y alternando puntos de notable factura. El medio millar de chilenos se ilusionaba en las tribunas mientras que en el banco estadounidense cundía la preocupación. James Blake no quería entrar a definir la serie, se veía serio, nervioso… al punto que el capitán Dean Goldfine lo envió a calentar cuando el partido quedo igualado a cinco en el segundo set.

 

Roddick había subido notablemente su nivel y le metía presión al numero uno de Chile, pero este no cedía. Seguía fiel a su patrón de juego: atacar sobre el revés, angular la derecha y, cada cierto tiempo, definir la jugada en la red. El servicio también lo acompañaba.

 

Eso hasta que un par de pelotas comenzaron a cambiar la historia. En el undécimo game el santiaguino estuvo cerca de romper, pero Roddick apeló a su categoría. No se presionó como Blake y logró zafar de un quiebre que habría marcado, de seguro, otro desenlace. Ahí se empezó a dar vuelta el partido porque cuando González con su saque tuvo que igualar a seis para forzar el tie break cometió un par de errores y fue perjudicado en un cobro clave. Fue la primera equivocación importante de los jueces de línea locales.

 

El santiaguino sintió el impacto del despojo y, pronto, se vio 4-1 abajo en el marcador. Sin embargo, tenía resto para un último esfuerzo. Ganó su saque, quebró de vuelta y se puso 30-30 con su servicio para quedar cuatro iguales. Entonces, una derecha visiblemente ancha de Roddick tendría que haberle dado ventaja, pero un burdo cobro de la jueza de línea, avalado por el umpire francés Pascal Maria, le dio el punto al norteamericano que desde el otro lado de la cancha se hacía el desentendido aunque estaba plenamente conciente que su derecho había picado fuera del perímetro.

 

González se desmoronó. Y más de alguien lo criticó por no tener la capacidad de sustraerse al incidente y seguir luchando. No consideran que Roddick estaba jugando a un nivel increíble y que el chileno debía hacer un esfuerzo supremo para mantener el equilibrio. No era justo que un cobro de ese tipo lo dejara abajo en la cuenta. Quizás le faltó dureza sicológica, pero también había que estar en sus pantalones para enfrentar dos fallos adversos, sobre todo, tras el desgaste físico y emocional del partido con Blake. De este modo, que el encuentro terminase 4-6, 7-5, 6-3 y 6-2 a favor del local no extrañó.

 

"Creo que mi error no fue seguir pegándole con la misma intensidad, quise asegurar algunos tiros y meter la pelota, porque la cancha estaba muy difícil para jugar, tal vez ahí me equivoqué", admitió González anoche varias horas después de la conferencia de prensa. Su primera autocrítica tras el decisivo encuentro.

 

Si Chile fue eliminado en cuartos de final fue porque la apuesta de jugar en pasto tuvo su recompensa para los locales. Roddick fue el héroe y los hermanos Bryan aportaron con su punto del sábado. El ex número uno del mundo saco a relucir su categoría y la potencia de su servicio. Jugó como en sus mejores días en Wimbledon y pese al esfuerzo de los chilenos ganó sus dos individuales. Massú y González, sin embargo, pueden irse con la frente en alto. Lo enfrentaron mano a mano y le hicieron pasar susto. El expresivo festejo del tenista de Nebraska demuestra que debió jugar al límite para vencerlos.

 

¿Por qué Chile no pudo avanzar a semifinales si la serie fue tan cerrada? Básicamente, porque en pasto Roddick tiene una notoria ventaja, una brecha que con trabajo, dedicación y amor a la camiseta los campeones olímpicos supieron acortar. Tal vez, en otra superficie la chance del equipo de Gildemesiter hubiera sido mayor, pero la elección de la cancha es siempre prerrogativa del local y ante eso nada hay que hacer. Son las reglas del juego, las mismas que beneficiaron a Chile ante Eslovaquia.

 

Párrafo aparte para la victoria de Paul Capdeville. No tenía muchas ganas de salir a la cancha porque esta semana juega en arcilla y en la víspera había estado entrenando sobre green clay en el mismo club. Claro, además de un retroceso en la preparación debía enfrentar a Blake que en el papel era amplio favorito y si perdía fácil podía mermar su confianza. Pero el número tres de Chile se propuso jugar suelto y ganar el partido. Y lo consiguió ante la sorpresa de todos. Una victoria que refuerza sus convicciones y alienta nuevos progresos.

 

Blake, que se caracteriza por su gran postura atlética, se vio lento y errático. Mérito de Capdeville, pero también efecto del desgastante duelo con González del pasado viernes. Que favorable hubiese estado la definición para Massú si González ponía el 2-2. Una conjetura que nos duele. Porque los campeones olímpicos rozaron la hazaña.

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