El primer ministro islandés, el conservador Geir H. Haarde, anunció su dimisión y la de su Gobierno en bloque tras romperse la coalición formada entre conservadores y socialdemócratas por desacuerdos internos.
Haarde resaltó que su intención era continuar en el poder, pero que se vio forzado a la dimisión por sus socios socialdemócratas, tras una semana de intensas protestas contra el gobierno por su actuación en la crisis económica que ha colocado al país al borde del colapso.
La líder socialdemócrata y ministra de Relaciones Exteriores, Ingibjörg Gisladóttir, había exigido previamente a Haarde como condición para mantener la coalición hasta los comicios que ella fuera la nueva primer ministra y la dimisión de la dirección del Banco Central.
"Lamento de verdad que no hayamos podido continuar con esta coalición. Creo que hubiera sido lo mejor", declaró Haarde, quien presentará a lo largo del día su solicitud de dimisión al presidente, Olafur Ragnar Grimson.
Además, esta noticia llega un día después de la del ministro de Asuntos Económicos, Björgvin Sigurdsson, y tras el anuncio de elecciones anticipadas para el próximo 9 de mayo realizado por el propio Haarde, que no se presentará por sufrir un tumor maligno.
País golpeado por la crisis financiera
La dimisión del gobierno islandés, el primero en retirarse a causa de la crisis económica mundial, era esperada después de los acontecimientos de los últimos días, con las protestas más duras que se recuerdan en el país desde hace más de medio siglo.
Las protestas contra las autoridades se han sucedido en Reikiavik desde el estallido de la crisis el pasado octubre, pero se han intensificado esta última semana, con enfrentamientos entre la policía y los manifestantes, desconocidos en un país sin ejército y con índices de delincuencia mínimos.
Islandia es uno de los países más afectados por la crisis económica mundial, que golpeó contundentemente al sector financiero que en conjunto era nueve veces el PIB nacional.
En apenas unos días se hundieron los tres principales bancos del país, que representaban un 85 del sector bancario y habían mantenido una agresiva política de préstamos en el extranjero para financiar sus aventuras expansionistas en Gran Bretaña y Escandinavia.
El Gobierno nacionalizó la banca en una situación caótica, con la inflación disparada y la moneda devaluada, en un país que hace un año encabezaba la lista de los más desarrollados de la ONU y que ahora ha duplicado su tasa de paro hasta casi el 5 por ciento.
En noviembre pasado el FMI concedió un préstamo de 2.100 millones de dólares a Islandia, cuyo Gobierno se comprometió a poner en marcha un programa de austeridad y la nación también ha recibido un préstamo de 3.000 millones de dólares de Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia, Rusia y Polonia.