La opción que analiza el Gobierno de aumentar los impuestos al alcohol, según confidenció el propio Presidente Sebastián Piñera, generó diversas reacciones entre los expertos que principalmente se manifestaron en contra de este tributo.
Ya en la reforma de 2014 hubo un aumento en el gravamen de vinos y cervezas desde 15 a 20,50 por ciento y de los destilados de 27 a 31,5 por ciento, lo que desde 2014 a agosto de 2018 recaudó 871.928 millones de pesos.
Según publica Pulso, el académico de la Universidad Adolfo Ibáñez, Claudio Agostini, consideró que el impuesto debiera considerarse de acuerdo al contenido alcohólico del brebaje.
"El impuesto hoy es una tasa adicional al IVA como porcentaje del precio, lo que es un error. El impuesto correcto debiera fijarse según los gramos de alcohol contenidos en el producto", lo que sería más coherente "con la externalidad negativa que genera su consumo", planteó.
Para Ignacio Gepp, del estudio de abogados Puente Sur, el eventual aumento de la tasa "sólo viene a fomentar una cultura de impuestos indirectos o al consumo de la cual Chile ha abusado por bastante tiempo, cargándole con ello la mano a quienes menos tienen".
Por su parte, Sandra Benedetto, de PwC Chile, comentó que si "el aumento tiene por objetivo modificar las conductas de los chilenos en cuanto al consumo de alcohol, pareciera no ser suficiente por sí misma y debiera necesariamente acompañarse de políticas integrales de salud pública".
A su vez, Juan Pablo Solís de Ovando, presidente de la Asociación Pro Consumo Responsable de Bebidas Espirituosa (Aprocor) dijo que no habrá efectos en la recaudación y que los tributos ya son altos.
"Los destilados en Chile, sumando el IVA y el impuesto específico, pagan un 50,5 por ciento en impuestos (31,5% + 19%). Eso es alto para cualquier país y especialmente en Chile y está demostrado que no es la forma de recaudar más", enfatizó.