El consumo mundial de materias primas pasará de 40.000 millones de toneladas en 2010 a unas 90.000 millones en 2050, más del doble, impulsado por el proceso global de urbanización, según Carlos Gustavo Sucre, especialista en minería del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
En el año 2050 y debido al cambio climático y a los esfuerzos por introducir tecnologías como paneles solares, turbinas de viento, vehículos eléctricos y baterías "se requerirán más minerales de los que se han producido en los últimos 100 años", explica Sucre en una entrevista con EFE.
Según el experto del BID, este incremento de la demanda "supone un mercado creciente" de minerales que Latinoamérica tiene en abundancia, como alúmina, bauxita, cobalto, cobre, hierro, plomo, litio, níquel, manganeso, platino, tierras raras, plata, titanio y zinc.
"La región cuenta con importantes recursos de diversos minerales que serán importantísimos en las próximas décadas, facilitando -entre otras cosas- el desarrollo de las energías renovables no convencionales y de las baterías para automóviles eléctricos", señala.
Chile y Argentina, por ejemplo, cuentan con el 71 por ciento de las reservas globales de litio; Brasil tiene el 14 por ciento de las reservas de mineral de hierro del planeta; mientras que Perú y Chile juntos producen más de 40 por ciento del cobre.
"Todos estos minerales tienen un rol fundamental en la economía global del futuro y los países trabajan en pro de su desarrollo, con apoyo del Banco en ciertos aspectos", añadió.
No obstante, considera que aún persisten retos que la industria deberá superar, como la minería ilegal y la tensa relación que mantiene el sector con las comunidades vulnerables.
Por otro lado, Sucre consideró que las empresas mineras han comenzado a desarrollar "una conciencia de la necesidad de incluir a las comunidades donde llevan adelante sus proyectos de manera temprana y sostenida".
Chile es considerado un "buen ejemplo de ello", ya que ha fomentado iniciativas como Alianza Valor Minero, que "con ejercicios de diálogo continuo entre las tres partes logra llegar a acuerdos y acciones que benefician tanto a sociedad -integrándola por ejemplo en la cadena de valor del proyecto- como a las empresas y a los Gobiernos".