"La Casa Lobo" fue dirigida por Cristóbal León y Joaquín Cociña.
""La película tiene que ver con esa relación conflictiva vinculada a la colonia", señaló León.
Trailer "La casa lobo" Cociña&León from El Mostrador on Vimeo.
Los directores Cristóbal León y Joaquín Cociña estrenan este jueves en la Berlinale "La Casa Lobo", una película de animación que utiliza la técnica del stop-motion para contar "el micromundo maligno" de Colonia Dignidad, enclave alemán en Chile durante la dictadura de Augusto Pinochet.
La película participa en Forum, la sección sobre vanguardia, ensayos visuales y experimentos del festival internacional de cine de Berlín.
Según explican los jóvenes directores en una entrevista con EFE, la proyección de la película en la Berlinale supone "el cierre de un círculo" que empezó cuando León estaba viviendo en Berlín y comenzó a sentirse atraído por la historia de Colonia Dignidad y la relación chileno-alemana.
El enclave fue fundado en Chile en 1961 por el ex oficial nazi Paul Schäffer y durante la dictadura se llevaron a cabo en él infinidad de abusos y violaciones, llegando a funcionar como centro de tortura.
"La película tiene que ver con esa relación conflictiva vinculada a la colonia, pero también con una germanofilia extraña que existe en Chile", asegura León en Berlín, donde aprovecha el estreno para abogar por "fortalecer los centros de poder y los festivales regionales sudamericanos".
La cinta es una historia ficticia sobre la huida de una niña de la Colonia, a medio camino entre los cuentos infantiles y una crítica política, que se sirve de la técnica de animación para recrear el ambiente del enclave.
Es como un cuento de "Walt Disney contado por Paul Schäfer", señalan los creadores.
"Nos interesaba mucho la expresión artística del fascismo en Chile, en ese sentido nos gusta mucho Roberto Bolaño, cuyas novelas, como 'Literatura nazi en América', giran también sobre la plasmación del mal y las zonas oscuras del país", recuerda León.
Para Cociña, Colonia Dignidad, que en Chile "no es un tema marginal, sino que tiene fuerte impacto", representaba "un marco narrativo en sí mismo, como una especie de micromundo maligno".
Según los creadores, la etapa de la dictadura ha sido plasmada siempre por la izquierda desde códigos propios de la izquierda, pero su objetivo era darle un giro y plasmar todos esas cuestiones políticas "desde una perspectiva distópica con reglas extrañas".
Para lograr ese efecto, la cinta, cuyo proceso de creación se mostró en directo en exhibiciones realizadas en museos de distintos países, decidieron recurrir al stop-motion.
La técnica de animación se basa en la reproducción animada de objetos fotografía a fotografía hasta crear la sensación de mutación e incertidumbre de la cinta.
Gracias a este efecto, los objetos grabados, como muñecos de cartón o papel y esculturas artísticas, aparecen, mutan y desaparecen creando un ambiente de miedo e incomodidad.
Cristóbal León recuerda cómo en su infancia en Chile se emitían las animaciones de Vivienne Barry, una directora de animación chilena que realizaba producciones para que los niños fueran a acostarse pronto y que también les sirvió a ellos de inspiración.
Barry aprendió sus técnicas de animación en Alemania del Este, un factor más sobre las relaciones chileno-alemanas sobre las que se fundamenta el film.
