No hubo polémicas, ni animadores perplejos, ni premios indeseados, ni interrupciones de ningún tipo. En su escenario natural ante 12 mil fanáticos intensos y conocedores de cada aliento de su repertorio, Morrissey coronó anoche su paso por Chile con una impecable presentación en el Movistar Arena de Santiago, imponiendo la música sobre las reacciones encontradas que sus exigencias de estrella clase A y de efectivo alcance mundial generaron en su reciente paso por el Festival de Viña del Mar.
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El setlist
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Puntual, sobrio y con un sonido que esta vez lo acompañó sin falencias, el inglés desplegó buena parte del arsenal de éxitos que lo ha convertido desde los años ochenta hasta hoy en referente clave de la música británica y progenitor creativo de importantes agrupaciones contemporáneas.
Todo comenzó en alto nivel de energía pasadas las nueve de la noche con "First of the gang to die", uno de sus mayores aciertos del nuevo milenio y siguió con piezas clave de su repertorio como "Alma Matters", "You have killed me", "There is a light that never goes out" (igual que lo hecho en la Quinta Vergara, con una versión más lenta que el original de The Smiths), "Everyday is like sunday", "Let me kiss you", "Meat is murder" y "How soon is now". En total 21 canciones con bis incluido, a diferencia de su paso por el certamen viñamarino.
Acompañado por su banda soporte permanente de cuatro músicos y sin parafernalia (no hubo pantallas gigantes y sólo algunas imágenes de fondo decoraron la escenografía), "Moz" se dio permiso también para presentar una composición nueva ("Action is my middle name", fiel al estilo nostálgico-románticamente desesperanzado que lo caracteriza) y agasajó a sus emocionados seguidores con la inclusión de canciones ausentes en el setlist festivalero, como la múltiples veces reversionada "Please, please, please, let me get what I want" que sacó lágrimas a algunos de sus fanáticos extremos, los mismos que lo han perseguido en cada paso dado durante su semana de estadía en Chile.
Complementando su entrega musical, Morrissey se mostró mucho más relajado, histriónico y empático con su audiencia que en lo emitido por la televisión el viernes pasado. Varias palabras de interacción con el público dieron al show un tono de complicidad y calidez en la medida justa y acorde al temperamento flemático inglés que le caracteriza.
Entre esas interlocuciones, el músico se permitió bromear con su excesiva presencia en la pantalla chica nacional durante los últimos días ("creo que están muy shockeados de vernos en la televisión en Chile"), solicitó asilo en la ciudad ("me gusta aquí, ¿puedo quedarme?", "Santiago, ¿cómo podrías saber? Todo lo que puedo decir es que los amo") y se dirigió directamente a varios fanáticos que lo interpelaban desde el público.
Una noche redonda, donde Morrissey (indiferente o ignorante sobre las críticas faranduleras, para el caso es lo mismo), dejó en claro quién es en materia artística, ante el desconocimiento sobre su trayectoria e influencia demostrado por varios opinólogos del ámbito televisivo en los últimos días. Como era de esperarse, sin embargo, sólo sus fanáticos estuvieron ahí para reafirmar lo ya conocido.