Comentario de cine: "Guardianes de la Galaxia, Vol. 2"

Ya no está la sensación de novedad, de frescura, que dejó la primera entrega; pero "Guardianes de la Galaxia, Vol. 2" bien se vale de otros recursos para salir adelante.

Sin necesidad de hacer muchas presentaciones, más que para las nuevas adiciones, ahora Marvel se da el tiempo para sustentar el crecimiento psicológico de los héroes. Y se nota que James Gunn, como director y guionista, quiere a los personajes, como para darle espacios íntimos a cada uno en medio de toda la aventura, sin hacer que eso se sienta fuera de lugar.

Probablemente estas escenas no sean de todo el gusto del público masivo, ya que frenan un poco la acción para hacer un examen más acucioso de las personalidades que cohabitan en la trama, pero sin duda son el elemento que más enriquece a la historia.

Una muestra: la evolución de "Rocket", de hecho, es muy interesante, lo quiebran y lo reconstruyen, para que comulgue a su propio modo con la unión del grupo. Porque las familias pueden tener muchas formas y su riqueza está en la diversidad, con lo que cada uno de sus integrantes puede aportar. Ahí está el padre que abandona y el hijo sobreviviente de un trauma, también una reinterpretación que hace justicia a la paternidad, la violencia de un desapego fraternal, hasta la aceptación de figuras ajenas al grupo y a sus dinámicas.

Pero no hay que equivocarse, por muy dramáticas que sean las temáticas que la película aborda, todo está en la clave que conocemos por su antecesora: un humor que no se venció con los trailers y una banda sonora bien aprovechada, en comparación a otras producciones que han intentado copiarle.

Esta secuela quizás se cae en algunas bromas reiterativas, el pie forzado de personajes "pidiendo música para entrar en acción" y la sobre explotación de la "ternura" para ocultar otras falencias; pero es innegable su eficiencia a la hora de entretener.

"Guardianes de la Galaxia, Vol. 2" pasa de su plano más intimista al despliegue de un clímax gigantesco, agitado y colorido, cuando todos se han encaminado hacia una evolución y como buen remate de una historia que cumple la mayor parte de la premisa que tenía el director para construir una secuela: "no repetir lo que ya se había hecho", salvo en su espíritu.