El cine digital y el ambulante son dos caras de un mismo espectáculo que propone estos días el Festival de La Habana con el esperado estreno de la tecnología DCI en Cuba y el singular recorrido de una pantalla inflable por los barrios periféricos de la ciudad, como sucedía en la isla décadas atrás.
"Empezamos ya la transición tecnológica", afirmó Iván Giroud, el director del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, cuya 36 edición este año ha sido el marco para que la isla caribeña entre, finalmente, en la era de la proyección digital.
Para la historia, la primera proyección con las normas DCI (Digital Cinema Iniciative) en Cuba tuvo lugar el pasado 4 de diciembre en el mayor teatro del país, el Karl Marx, y lo que se vio en pantalla fue la película hispanoargentina "Relatos Salvajes".
El acontecimiento tuvo lugar en la inauguración del certamen y según Giroud, devolverá el interés por proyecciones de "calidad potente" y recordará a los cubanos que "vale la pena ir a una sala de cine a ver una película en las mejores condiciones".
Modernización
Hasta ahora Cuba solo había tenido acceso a proyecciones semianalógicas adaptadas a las condiciones de sus cines de 35 milímetros, pero en un "gran esfuerzo" del Ministerio de Cultura y el Instituto Cubano de Cine (Icaic) se logró comprar un proyector con la más alta tecnología del momento, explicó Giroud.
Cuando concluya el evento, el nuevo aparato tendrá sede fija en el céntrico cine Charles Chaplin de La Habana, una de las salas más importantes de la ciudad ya que acoge la cinemateca nacional.
Además, la empresa Kelonik prestó a Cuba otros dos proyectores que se están utilizando en estos días de Festival -concluirá el próximo domingo-, un certamen que en los últimos años enfrentó problemas con la programación de películas y hasta muestras enteras no pudieron verse precisamente por su desfase tecnológico.
"El mundo cambió y esto hay que introducirlo de una manera u otra en la realidad en la medida de nuestras posibilidades económicas", sostuvo Giroud, quien cree que el Festival de La Habana comenzó a moverse este año en "dos tiempos y dos velocidades".
La segunda "velocidad" a la que se refiere es la del cine móvil, una iniciativa que rescata las históricas proyecciones ocurridas tras la revolución de 1959, cuando el recién creado Icaic llevó pantallas ambulantes a lugares recónditos del país para promover cine y cultura.
San Miguel del Padrón, uno de los barrios periféricos y más desfavorecidos de La Habana, fue uno de los 12 puntos de la urbe elegidos para exhibiciones nocturnas que incluyen filmes fuera de la sección oficial, como "Messi", el documental de Alex de la Iglesia, o la comedia romántica argentina "Corazón de León".
En un amplio parque de barrio y sin grandes aspavientos, los técnicos del Icaic descargaron este martes una pantalla inflable de seis metros de largo y ancho, bajo la mirada de niños y adolescentes que pocos minutos antes jugaban al fútbol en la plazoleta.
Dos horas después comenzó la proyección de "Cantinflas", la biografía sobre el popular actor mexicano dirigida por Sebastián del Amo, mientras vecinos de los alrededores se sentaban en los bancos del parque, a seguir el filme o paseaban con su familia ante la pantalla como si fuera noche de feria.
"Esto ha tomado por sorpresa a las personas", comentó la productora Anet Angueira, una de las responsables de esta actividad colateral del Festival y quien opina que el público aumentará si la experiencia se mantiene en próximas citas.
Angueira relató que una de las funciones más emocionantes tuvo lugar el pasado domingo en una de las zonas de Alamar, un barrio dormitorio ubicado unos 20 kilómetros al este del centro de La Habana, donde viven más de 90.000 personas.
"La gente bajó de los edificios cargando sus propios asientos, personas de todas las edades, de pronto se fue la luz pero el público no quería irse, nos pedían otra función", narró.
La experiencia ambulante busca motivar a una población que ha dejado de asistir a los cines por diferentes razones, desde la desaparición de las salas de barrio y los problemas de transporte público que dificultan trasladarse a los cines del centro, hasta la moda de traspasar y consumir archivos audiovisuales en casa.
Acercar el cine a la gente
Datos oficiales indican que entre 2010 y 2013 decreció en un 12 por ciento la cifra de espectadores de cine en Cuba, mientras que las salas en funcionamiento en la capital bajaron de 32 en 2010 a 12 el año pasado.
"Este es un Festival que llegó a tener medio millón de espectadores, y en los últimos años llegamos a 300.000. Cada vez la tendencia es a menos, el cine ahora compite con más cosas, es un fenómeno universal", consideró Giroud.
No obstante, el director del certamen, famoso por la acogida masiva del público, asegura que "si la gente no puede ir al cine, hay que acercar el cine a la gente".
"La clave está en que hay que seguir formando al público. Hay que volver a alfabetizarlo, conquistarlo. ¿Y cómo lo hacemos? Hay que llevar la cultura a los lugares, es la manera de contribuir que tiene el Festival", aseveró.