Muchos se decepcionaron en 2011 cuando Katy Perry pasó por el festival Rock in Rio en Brasil y no agendó una presentación en Chile. Sin embargo, la espera parece haber valido la pena porque más de 20 mil fanáticos disfrutaron con el parafernálico debut que la estadounidense ofreció la noche de este martes en la Pista Atlética del Estadio Nacional.
Con 13 minutos de retraso se apagaron las luces del recinto y comenzaron a sonar las primeras notas de "Roar", el primer hit al que Perry echó mano para encender a los presentes. Desde el inicio el cuerpo de baile que acompañaba a la cantante y los juegos de luces se robaron la atención sobre el escenario.
Tres canciones y la artista desapareció de la escena para su primer cambio de vestuario, el cual duró apenas medio minuto. Allí salió montada sobre un caballo y una escenografía ambientada en Egipto. A esas alturas la voz de Katy Perry no lograba lucirse, tal vez por la cantidad de música grabada que utilizaba en su espectáculo o por su estado de salud que alertó a los fans horas antes del concierto.
Tras el segundo cambio de vestuario y un gracioso video de gatos que entretuvo a los presentes, la artista y sus bailarines aparecieron vestidos como gatos e hicieron una "jazzera" versión de "Hot N Cold", el segundo sencillo de su carrera.
Guiños a Madonna, al hip hop de la costa oesta de Estados Unidos y a la música dance de principios de los 90', Perry dejó claro quiénes fueron sus influencias para introducirse en este mercado que iba contra los valores de su conservadora familia.
Sacó la voz
Como ya se había podido apreciar en los otros shows de la gira The Prismatic World Tour, Katy Perry eligió a una fanática al azar para subirla al escenario. Se trató de Michelle Garrido, una joven que llegó vestida como la cantante y que, a pesar de haber compartido con su ídola, tuvo serios problemas para comunicarse al no entender el inglés.
"Estaba muy nerviosa. Estaba tan cerca mío que no sabía que decirle. Aparte no se le entendía mucho y no soy tan experta en el inglés", dijo la fanática tras bajarse del escenario y haber animado a Perry a gritar el infaltable "C-H-I".
Fue durante este bloque donde la cantante tuvo su mayor interacción con el público, a quienes además de expresarles el clásico "los quiero mucho" y "estoy muy feliz de estar por primera vez con ustedes", les confesó que se encontraba enferma.
Luego de eso vino una serie de canciones más apegadas a la balada como "By the grace of god" (confirmando su compromiso con la religión) y "Unconditionally", Katy Perry logró sacar la voz y demostrar su calidad como intérprete, que en varios pasajes del concierto se había visto opacada.
Final apoteósico
Dicen que el postre es la mejor parte de la comida y que por eso se guarda para el final. Así mismo parece entenderlo Katy Perry que dejó la sección más colorida del concierto y las canciones que mejor funcionan como karaoke para el cierre.
Vestida con una peluca verde y un sensual traje multicolor, acompañada de visuales de dulces y fantasías rosadas cantó "Teenage Dream" y "California Gurls", ese playero hit que grabó junto a Snoop Dogg.
Fuegos artificiales -discretos en comparación con el resto del concierto- y "Firework", además de un vistozo vestido azul, Katy Perry cerró un concierto que no dio respiro a los presentes y que demostró que para plantar un espectáculo visual de ese nivel se necesita trabajo.
Quizás el único punto negro de la jornada -además del frío y los chubascos amenazantes- fueron las sillas que estableció la producción en las ubicaciones más cercanas al escenario, ya que las personas que se encontraban ahí se pararon sobre ellas y taparon casi completamente la visual de los que estaban a sus espaldas.