El presidente alemán, Joachim Gauck, anunció este lunes que, debido a su edad (76 años), no optará a un segundo mandato, abriendo la carrera sucesoria para un cargo de carácter representativo, pero considerado más bien como una "autoridad moral" en el país.
Gauck, pastor protestante y disidente en la extinta República Democrática Alemana (RDA), concluirá su mandato de cinco años el próximo marzo y, con su decisión, obliga a los partidos a buscar un candidato a la Presidencia, que deberá elegir la Asamblea Federal el 12 de febrero de 2017, unos meses antes de las próximas generales.
"Soy consciente de que el periodo entre los 77 y los 82 años de edad es distinto al que me encuentro ahora. No quiero presuponer para un nuevo periodo de cinco años una energía y vitalidad que no puedo garantizar", manifestó Gauck en una comparecencia en la sede presidencial de Bellevue.
La elección del presidente del país corresponde a la Asamblea Federal, cámara integrada por los diputados del Bundestag (cámara baja) más el mismo número de representantes de los "Länder" y cuyo único cometido es elegir al nuevo jefe del Estado.
En su comparecencia ante los medios, Gauck aseguró que la suya no ha sido una decisión sencilla y enmarcó la elección de un nuevo presidente en la "normalidad democrática".
"Nuestro país cuenta con ciudadanos comprometidos e instituciones que funcionan, por lo que el cambio de presidente en esta Alemania no supone ninguna razón para preocuparse", dijo, antes de dar las gracias a todas las personas que le habían animado a presentarse a un segundo mandato.
Candidato de consenso
Los grandes partidos habían apostado por la reelección de Gauck y, según las encuestas, el 70 por ciento de los alemanes apoyaba su continuidad.
Poco después del anuncio la canciller Angela Merkel informó que las deliberaciones en busca de un sucesor se iniciarán en septiembre, tras las elecciones regionales de Mecklenburgo-Antepomerania y de la ciudad-estado de Berlín.
Sin adscripción política, Gauck fue el candidato de consenso en 2012 después de que el entonces presidente, Christian Wulff, que había sido propuesto por las filas conservadoras de Merkel menos de dos años antes, dimitiera por un escándalo de corrupción.