Han pasado seis años desde que en 2015 un disparo puso patas arriba Argentina y desconcertó al mundo. La muerte de Alberto Nisman integra ya la lista de misterios de un país en el que la pregunta de que si el fiscal se mató o lo mataron -y de ser así quién fue- continúa vigente.
El fiscal, cuatro días antes de aparecer muerto, había acusado a la entonces presidenta y hoy vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, de encubrir a terroristas. Los detalles los iba a explicar en el Congreso de la Nación.
UN HOMICIDIO SEGÚN LA JUSTICIA
La Justicia determinó en 2018 que dos personas golpearon, drogaron y asesinaron a Nisman, pero sin establecer quiénes, y que el hecho fue "directa consecuencia" de la denuncia que había hecho. Aquel fallo es cuestionado por sectores que acusan al Poder Judicial de estar politizado.
Y el actual jefe de Estado Alberto Fernández dijo en su momento que había sido un homicidio, pero ahora opina lo contrario. "En el caso Nisman yo estoy convencido de que fue un suicidio; después de dudarlo mucho, no voy a mentir", señaló el mandatario a Radio 10 y reiteró sus críticas a la Justicia, que "va cambiando de acuerdo al momento político", afirmó.
UN CASO DE IMPACTO
Hace exactamente seis años, Sara Garfunkel, madre del fallecido fiscal, alertaba al número de emergencias de que había hallado a su hijo tirado en el baño de su apartamento rodeado de sangre.
Así arrancaba el caso de la muerte de Nisman, quien había acusado a la presidenta de haber querido encubrir en 2013 -con la firma de un convenio con Irán y a cambio de mejorar la relación comercial con ese país- a los iraníes imputados por el mayor atentado cometido en Argentina.
Tanto aquel ataque contra la sede de la mutualista judía AMIA en 1994, que dejó 85 muertes, como la muerte del fiscal que lo investigaba siguen sin estar resueltos, incluso ambas causas arrancaron plagadas de irregularidades.
¿SE SABRÁ LA VERDAD?
Mientras la causa por el presunto encubrimiento del atentado ha avanzado, con Cristina Fernández entre los procesados, el caso por la muerte de Nisman tiene como imputados a los guardias del fiscal, por no protegerlo y a su asesor informático, Diego Lagomarsino, como "partícipe primario del homicidio", porque era suya el arma que acabó con la vida del fiscal.
"No van a conseguir ninguna prueba del asesinato, de que exista un autor, simplemente porque nadie lo mató. Nisman se suicidó", afirma a EFE el periodista Pablo Duggan, autor del libro "¿Quién mató a Nisman?".
En su opinión, el fiscal tenía miedo de que lo echaran del cargo y decidió, aunque sin pruebas, denunciar a la presidenta, porque esa mediática acusación le permitiría mantenerse en el puesto.
CRÍTICAS A LA POSTURA DEL PRESIDENTE FERNÁNDEZ
El diputado Waldo Wolff era vicepresidente de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas al momento de morir el fiscal, con quien mantenía una relación profesional.
Wolff, autor de "Asesinaron al fiscal Nisman. Yo fui testigo", descarta que legalmente se vaya a saber qué pasó, al considerar que desde el poder se busca "lograr la impunidad".
"La responsabilidad de cuidar al fiscal Nisman era del Gobierno, porque estaba con custodia del ámbito federal y liberaron (de Policía) la zona", concluyó Wolff.