La tasa de pobreza urbana en Argentina escaló en el primer semestre del año al 40,1 por ciento, su nivel más alto en tres años, en un escenario de creciente inflación que pulveriza los ingresos y que ha empeorado en los últimos meses, abonando pronósticos de mayor empobrecimiento en esta segunda mitad del año.
De acuerdo a un informe difundido este miércoles por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), la tasa de pobreza del primer semestre del año se situó 0,9 puntos porcentuales por encima del índice registrado en la segunda mitad de 2022 y 3,6 puntos por arriba de la tasa del primer semestre del año pasado.
En tanto, el índice de indigencia se situó en el primer semestre del año en el 9,3 por ciento, 1,2 puntos por encima de la tasa registrada en el segundo semestre de 2022 y 0,5 puntos más en la comparación interanual.
La medición tiene en cuenta el nivel de vida en los 31 centros urbanos más poblados del país, lo que abarca a 29,2 millones de personas, pero, si se proyectaran los índices al total de la población argentina, de unos 46 millones de habitantes, se calcula que hay 18,4 millones de pobres y casi 4,3 millones de indigentes.
Estos números revelan una impactante realidad: en apenas un año 1,65 millones de personas cayeron bajo la línea de la pobreza en Argentina y unas 230.000 se sumaron al grupo de los indigentes.
Pero el dato más duro de los conocidos este miércoles es este: casi 6 de cada 10 niños de hasta 14 años es pobre y el 13,6 por ciento ni siquiera puede satisfacer sus necesidades básicas de alimentación.
BOLSILLOS CASTIGADOS
El aumento de la pobreza en Argentina durante el primer semestre coincidió con una fuerte aceleración de la inflación, que en la primera mitad del año acumuló un alza del 50,7 por ciento, con un fuerte impacto en el coste de la canasta básica de alimentos y servicios, cuyo valor marca la línea de la pobreza.
De hecho, el aumento en el coste de las cestas básicas fue superior al del índice general de precios: el alza en el valor de la cesta de alimentos y servicios fue del 52,4 por ciento en el primer semestre y el incremento en el precio de la cesta alimentaria -que marca la línea de la indigencia- fue del 55,1 por ciento.
A la par de este salto inflacionario, la economía argentina cayó en el primer semestre 1,9 por ciento, mientras que el desempleo bajó al 6,2 por ciento en el segundo trimestre de este año, pero sin generación de trabajo formal asalariado y con un alto componente de empleo informal y por cuenta propia.
En estos dos últimos grupos, los ingresos son menores y pierden claramente la carrera contra la inflación, empujando a la pobreza a miles de personas, incluso a aquellos con un trabajo.
Según datos oficiales, los salarios crecieron el primer semestre 47,3 por ciento en el sector privado registrado y 41 por ciento en el sector privado informal, con una pérdida sustancial del poder de compra.
UNA "FOTO VIEJA"
El dato conocido este miércoles no sólo es malo. Es, además, una 'foto vieja' de una realidad social que, en la dinámica económica, ha ido muy a peor apenas iniciado el segundo semestre.
La devaluación del 22 por ciento operada en el tipo de cambio oficial un día después de las primarias presidenciales del 13 de agosto se tradujo en un súbito salto inflacionario del 12,4 por ciento contra julio y del 124,4 por ciento en términos interanuales.
Pero el salto en el valor de la canasta básica alimentaria fue en agosto abrumador -17 por ciento frente a julio y 94,4 por ciento interanual-, haciendo prever un duro empeoramiento de los indicadores sociales para la segunda mitad del año.
En septiembre, la inflación muestra signos de desaceleración, pero a tasas aún muy elevadas.
El ministro de Economía argentino, Sergio Massa, candidato para las presidenciales del próximo 22 de octubre, ha tomado en las últimas semanas varias medidas que buscan paliar la fuerte pérdida de ingresos de los hogares, pero sus efectos son aún desconocidos.
En este escenario, y con pronósticos para los próximos meses de una inflación que permanecerá muy elevada y de una economía en contracción, consultores privados proyectan tasas de pobreza cercanas al 42 por ciento para finales de este año.