La ONU ha establecido que existen elementos de "genocidio intencional" en la operación militar efectuada hace un año en el Estado birmano de Rakáin (oeste) contra la minoría rohinyá, y que los responsables de las Fuerzas Armadas deben ser investigados y juzgados por un tribunal internacional, además de criticar a la líder de facto de Myanmar (Birmania), Aung San Suu Kyi, de pasividad.
"Los crímenes cometidos en el estado de Rakáin, y la manera en la que fueron perpetrados son similares en su naturaleza, gravedad y alcance a aquellos que han permitido establecer un genocidio intencional en otros contextos", señaló este lunes en un informe la Misión Internacional de Investigación de la ONU.
Los factores que apuntan a esta intencionalidad incluyen, a juicio de la Misión de Naciones Unidas, el "contexto opresivo más amplio y la retórica del odio" contra la minoría musulmana rohinyá, así como "declaraciones específicas" de mandos y autores directos.
El máximo responsable de las Fuerzas Armadas o "Tatmadaw", el general Min Aung Hlaing, dijo durante la fase más intensa de la ofensiva militar contra los rohinyás hace un año en Rakáin que el problema de esa minoría étnica se había convertido "en un trabajo sin terminar" y que su Gobierno tomaba mucho interés en "resolverlo".
También señala la Misión como elementos que pueden equivaler a un genocidio intencional las políticas excluyentes hacia los rohinyás para, entre otras cosas, "alterar la composición demográfica del estado de Rakáin"; el nivel de organización de la operación militar en agosto del año pasado, que apunta a "un plan para la destrucción", y el "alcance extremo de la brutalidad de la violencia".
El 25 de agosto de 2017 se produjo un ataque de insurgentes del Ejército de Salvación Rohinyá de Arakan (ARSA), contra puestos policiales y militares en la zona que causó más de un centenar de muertos (la mayor parte guerrilleros), y que desató una nueva campaña militar en esa región de la que han huido unos 725.000 rohinyás en el último año a la vecina Bangladesh.
"Hay suficiente información para investigar y procesar a altos funcionarios en la cadena de mando de las Fuerzas Armadas o 'Tatmadaw', de manera que un tribunal competente pueda determinar su responsabilidad en cuanto al crimen de genocidio en relación al estado de Rakáin", señaló la Misión.
Los expertos, que también han establecido crímenes de guerra y contra la humanidad en Rakáin y los estados de Kachin y Shan -también objeto de estudio- han elaborado una lista de presuntos autores de las atrocidades cometidas contra los rohinyá.
Apuntan a Min Aung Hlaing, y a su número dos, Soe Win; al comandante de la Oficina de Operaciones Especiales-3, teniente general Aung Kyaw Zaw; al responsable del Mando Militar de la Región Occidental, general Maung Maung Soe; al general de brigada de la 33a División de Infantería Ligera, Aung Aung; y a su homólogo de la 99a División de Infantería, Than Oo.
La Misión ha entregado una lista más larga al Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos -ente que será encabezado por la ex Presidenta Michelle Bachelet- para que la custodie.
Los expertos critican además a la líder de facto birmana, la nobel de la paz Aung San Suu Kyi, al afirmar que "no utilizó su cargo", "ni su autoridad moral para frenar o prevenir los acontecimientos en el estado de Rakáin".
Por todo ello, los expertos instan al Consejo de Seguridad de la ONU a referir el caso a la Corte Penal Internacional (CPI) o a crear un tribunal internacional penal "ad hoc" para juzgar los crímenes cometidos por las Fuerzas Armadas.
Mientras, afirman, debe crearse un mecanismo independiente e imparcial para consolidar, preservar y analizar las pruebas reunidas, e imponerse sanciones individuales contra los presuntos responsables y un embargo armamentístico contra Birmania.