La pesadilla de un hombre malasio que recibió una llamada informándole de que su hijo de 19 años había fallecido en un centro penitenciario del país asiático acabó de la forma más inesperada: con otra llamada para comunicarle esta vez que el cuerpo que estaba a punto de incinerar era el de otro joven.
El hombre, identificado como Chantren, vivió el episodio más dantesco de su existencia el pasado 3 de marzo, cuando fue contactado por la prisión de Sungai Buloh, el centro penitenciario más grande del país (en el estado peninsular de Selangor), según recoge este lunes la prensa local.
Desde la cárcel le dijeron que su hijo había muerto en prisión, si bien él tenía entendido que trabajaba en una ciudad, Selayang, del mismo estado donde se ubica el centro penitenciario, y le urgían a que acudiera a un hospital próximo a la cárcel a recoger el cuerpo, adonde se dirigió junto a otros familiares.
Pero cuando procedieron a identificar el cadáver, se sorprendieron por la falta de semejanza con su familiar, lo que aturdidos atribuyeron a que pudiese deberse a la sutura y los rastros de cirugía en su rostro, así como al hecho de que su cabeza había sido afeitada, recoge el diario Sinar Harian.
"Toda la familia estaba velando su cadáver en nuestra casa y haciendo preparativos para el funeral. Y cuando estábamos a punto de cremar el cuerpo el domingo, recibimos una llamada del departamento de prisiones", narra Chantren, según cita el periódico.
Cuál fue la estupefacción de Chantren y sus parientes cuando, a través de una videollamada, el departamento de prisiones les mostraba en directo a su hijo vivo.
"Entonces, ¿de quién es el cuerpo que está en nuestra casa ahora?", se pregunta el hombre, en un comentario recogido por dicho medio.
El anonadado padre afirma que la prisión ya se ha llevado el cadáver, cuya identidad se desconoce, mientras él ha pedido ver a su hijo en la cárcel, sin saber tampoco qué hizo para acabar entre rejas y ser parte de la rocambolesca historia.