Un boliviano que fue condenado a la pena de muerte en Malasia por un caso de narcotráfico llegó este sábado a su país tras un largo proceso en el que intervino el Gobierno de Bolivia para impedir su ejecución y repatriarlo.
"Gracias a Dios por darme la vida, y a los bolivianos, el Gobierno boliviano, que hizo lo posible. Muchas gracias", dijo Víctor Parada Vargas en una corta declaración a los medios tras su llegada al aeropuerto de Viru Viru de Santa Cruz esta madrugada.
El hombre de 31 años tocó suelo boliviano tras descender de una aeronave que lo trajo desde Argentina, la última escala de un viaje que duró tres días desde que dejó el país asiático.
"No puedo hablar, quiero estar tranquilo con mi familia", se excusó con la voz entrecortada por la emoción para evitar el asedio de los periodistas que buscaban obtener detalles de su experiencia.
El reencuentro de Parada con sus familiares estuvo lleno de emotividad con abrazos interminables y conversaciones al oído con sus allegados.
"Hola mi hermano querido", le dijo con emoción su hermana Laura que vive en el exterior mediante una videollamada y que no pudo llegar a la mayor ciudad de Bolivia por motivos de dinero.
El boliviano no dejó de agradecer a sus parientes por todas las gestiones que hicieron para conseguir que el Gobierno malayo permitiera su salida del país y así se detenga la que se creía podía ser una ejecución inevitable.
Motivo de su detención
En 2013, Parada Vargas fue detenido en Kuala Lumpur cuando trataba de introducir -desde su país- 450 gramos de cocaína repartidos en bolsas ingeridas, algo que inició un proceso judicial que desembocó en la condena a la pena capital.
A partir de ese momento algunos familiares suyos colaboraron para afrontar el proceso penal y los costes iniciales de un traductor.
Parada vivió en la localidad de Benilloba, en la provincia de Alicante, de 2002 a 2009, cuando fue expulsado de España a Bolivia por carecer de documentación.
Ya en Bolivia, tuvo que hacer la labor de 'mula' (persona que trafica droga al interior de sus órganos) debido a una deuda que contrajo en su país y que no pudo pagar.
Tras conocerse su caso a principios de 2018, el Gobierno boliviano inició gestiones primero para apelar la sentencia, y después para conmutar la pena de muerte, posibilidad que dan las normas de Malasia cuando de por medio se establecen acciones diplomáticas.
"La verdad es muy fuerte lo que él pasó (...) Ya pagó lo que él cometió", dijo un primo suyo que contó que uno de los propósitos de Parada es ayudar para que otras personas "no cometan" los mismos errores.
Además del Gobierno boliviano, también el Senado español se pronunció en abril de 2018 instando al Ejecutivo del país interponer sus oficios para lograr que la apena contra el boliviano se revierta.