Desde 2007, 54 menores murieron en Río de Janeiro víctimas de balas perdidas, casos que en su mayoría se mantienen en la impunidad, según denunció este miércoles la ONG Río de Paz con una protesta en la ciudad brasileña en la que homenajeó a María Eduarda Alves, de 13 años, fallecida en 2017.
Aunque la mayoría de las veces las víctimas mueren por balas perdidas, producto de enfrentamientos armados entre las autoridades y facciones criminales, no fue el caso de esta menor que murió hace dos años en el interior de la escuela pública donde estudiaba al ser impactada por balas disparadas en una acción de la Policía Militarizada contra delincuentes.
Así lo explicó a Efe Antonio Carlos Costa, presidente y fundador de la ONG, quien señaló que el caso de María Eduarda "pudo ser una tragedia de grandes magnitudes porque se dio al interior de una escuela donde los niños tuvieron que tirarse al suelo para esquivar las balas disparadas por los policiales".
Según el informe de los peritos, las balas que la mataron fueron disparadas por armas usadas por la policía, en una acción en la que se demostró -gracias a un vídeo- que no hubo enfrentamiento con los criminales sino que las autoridades los rindieron "a punta de bala", como aseguró Costa.
Por los hechos, los familiares entraron con acción ante la Justicia para pedirle al Gobierno regional el pago de una indemnización.
La petición fue reiterada este miércoles en una manifestación que tuvo lugar frente al palacio de Guanabara, sede de la gobernación de Río, donde familiares y compañeros de María Eduarda exigieron justicia y demandaron un encuentro "cara a cara" con el mandatario del estado, Wilson Witzel.
Baja tasa de casos esclarecidos
El activista también recordó que en Brasil, país donde anualmente se registran más de 60.000 muertes violentas, solo el 8 por ciento de los homicidios son esclarecidos.
"Casi todos los casos de víctimas mortales por bala perdida quedan en completa impunidad porque el sitio del crimen no es preservado y no se hacen pericias", aseguró Costa.
El caso más reciente fue el del menor Kauan Peixoto, de 12 años, quien murió en la noche del sábado pasado víctima de balas perdidas durante una operación de la Policía Militar en la favela de Mesquita, en la Baixada Fluminense, una zona deprimida de la región metropolitana de Río.
Según un estudio de la Sociedad Brasileña de Pediatría, divulgado este miércoles por la estatal Agencia Brasil, un niño o un adolescente de hasta 19 años muere cada sesenta minutos por armas de fuego en Brasil.