El ministro de Hacienda de Brasil, Henrique Meirelles, volvió a admitir este lunes la posibilidad de un aumento de los impuestos en el país, en caso de que se presente un desequilibrio fiscal, aunque expresó su confianza en que la política monetaria adoptada dé los resultados esperados.
"Si es necesario vamos a aumentar (los impuestos), porque lo importante es el equilibrio fiscal", declaró Meirelles a periodistas después de participar en Sao Paulo de un encuentro con agentes del mercado promovido por la corredora XP Investimentos.
Al asumir el gobierno brasileño, el pasado 12 de mayo con la suspensión de la mandataria Dilma Rousseff, el presidente interino, Michel Temer, se impuso como primer objetivo controlar el déficit y la deuda pública.
"Vamos a tomar ahora una decisión preliminar (al final del mes), con la previsión sobre si será o no necesario el aumento de impuestos en 2017", recalcó el jefe del equipo económico de Temer.
El titular de la cartera económica indicó que la economía brasileña "camina bien" y comienza a dar señales de recuperación, con lo que la recaudación debe subir y eso reduciría la necesidad de un aumento de los impuestos
"Si todo se configura así, no será necesario aumentar los impuestos", precisó.
Para Meirelles, la aprobación de un límite de gastos es "fundamental" en el camino de la recuperación, al igual que devolver la "confianza" al mercado y apartar la posibilidad de una "crisis fiscal" en el futuro.
El país suramericano registró en el primer semestre un déficit primario en sus cuentas públicas de 23.776 millones de reales (unos 7.474 millones de dólares), el peor resultado para el período desde la nueva estadística que comenzó en diciembre de 2001.
El Gobierno de Temer calcula que concluirá el año con un déficit fiscal primario de 170.500 millones de reales (unos 53.599 millones de dólares), el peor de la historia y cifra que espera encuadrar con un paquete de medidas de austeridad en el gasto público.
Si se confirman esas previsiones, Brasil encadenará tres años seguidos con las cuentas públicas en rojo, lo que se suma a un grave cuadro económico, con una recesión prevista de cerca del 3,8 por ciento, el desempleo en alza y una inflación por encima del techo de la meta.