El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, encabezó este jueves el desfile cívico-militar del Día de la Independencia, haciendo gestos para tratar de despolitizar esta fecha conmemorativa tras la gestión de su antecesor, Jair Bolsonaro.
Lula encabezó el desfile de cerca de dos horas realizado por las Fuerzas Armadas y varias instituciones civiles en la Explanada de los Ministerios, la avenida monumental de Brasilia en la que se ubican las sedes de los tres poderes.
El líder progresista estaba acompañado de numerosos ministros, de su mujer Rosângela "Janja" Lula da Silva, así como de los comandantes de las Fuerzas Armadas, con los que posó para una fotografía grupal dándose las manos.
Durante la ceremonia, Lula no profirió discursos, pero en la víspera hizo un pronunciamiento a la nación en cadena nacional de radio y televisión, en el que llamó a la unidad del país, recalcando que este objetivo "solo puede lograse sin odio".
El Día de la Independencia, subrayó, este año "no es un día de odio ni de miedo, sino de unidad. El día para recordar que Brasil es uno (...) una gran nación, un pueblo único y extraordinario".
"En apenas ocho meses, hemos devuelto a Brasil al camino de la democracia, de la soberanía y de la unidad. Desarrollo económico con inclusión social", afirmó.
De esta forma, pero sin citar expresamente a su antecesor, Lula hizo alusión a la gestión de Bolsonaro, líder de la ultraderecha, que utilizó las conmemoraciones del Día de la Independencia con fines electoralistas y aprovechó sus discursos para recrudecer sus ataques contra el sistema electoral y contra la oposición.
Este jueves, las autoridades no registraron ningún incidente, a pesar de que se habían registrado amenazas de posibles ataques en grupos de extrema derecha en las redes sociales.
Estas amenazas llevaron al Gobierno a movilizar la Fuerza Nacional, un grupo de elite de la Policía, para reforzar la seguridad de la capital.
Al anunciar ese refuerzo, el ministro de Defensa, Flávio Dino, minimizó esas amenazas, pero a la vez recalcó que el Gobierno no permitiría que se repitan los ataques contra las instituciones como los que hicieron miles de radicales de extrema derecha el pasado 8 de enero.
En esa fecha, los seguidores de Bolsonaro invadieron de forma simultánea las sedes del Tribunal Supremo y del Congreso Nacional y el Palacio de Planalto, sede del poder Ejecutivo, causando cuantiosos daños, en un intento de forzar un golpe de Estado contra Lula.
El ministro de Comunicación Social, Paulo Pimenta, dijo tras el desfile de este jueves que el objetivo del Gobierno con las celebraciones del Día de la Independencia ha sido "restablecer la normalidad democrática" y "devolver al pueblo brasileño el Siete de Septiembre".