Toda China adopta medidas que parecen ser efectivas para controlar el virus y frenar su propagación, entre ellas, realizar inmediatamente test masivos allí donde surja algún brote, confinar las zonas afectadas y mantener en cuarentena a todos los contactos cercanos a los contagiados.
Para algunas de ellas se requiere quizás disponer de la gran capacidad de organización del gigante asiático, que le permite levantar centros de cuarentena en tres días o hacer dos millones y medio de pruebas en una ciudad en un día.
Otras son más de sentido común, como el continuo uso de las mascarillas, incluso en ciudades como Wuhan, que llevan desde mayo sin casos, los controles de temperatura en todos los lugares públicos o la necesidad de mostrar un código verde en las aplicaciones de salud del móvil para poder entrar a cualquier parte.
China ha ido perfeccionando con el tiempo estas medidas y mejorando su capacidad de respuesta ante cualquier rebrote, lo que le ha permitido tener bajo control hasta el momento los nuevos brotes originados recientemente en tres provincias del norte del país, los peores desde el pasado marzo.
MILLONES DE TEST EN POCOS DÍAS
En cuanto se detecta un brote en algún lugar de su enorme territorio, se aisla toda su área, se rastrean todos los contactos cercanos de los contagiados y se les pone lo más pronto posible en cuarentena bajo observación médica.
Las pruebas que se hacen de modo obligatorio entre la población de una ciudad o una zona rural son gratuitas. Para quienes quieran hacérsela voluntariamente, el coste se sitúa en torno a unos 120 yuanes en Pekín (13 mil pesos) y 80 yuanes en Wuhan (9 mil pesos).
Con todo, por mucho que se analicen juntas cinco o diez muestras, hacerlo a millones en pocos días requiere un despliegue logístico formidable: se levantan centenares de carpas en varios puntos de la ciudad, junto a vehículos, estadios y otros lugares públicos para recoger las muestras y para analizarlas se emplean laboratorios móviles instalados en camiones, autobuses o incluso inflables.
La semana pasada el Gobierno de Pekín estableció que las ciudades con menos de 5 millones de habitantes deberán ser capaces de hacer cinco millones de test en dos días y las más grandes tendrán que ser capaces de analizar a toda su población en un máximo de cuatro jornadas.
ESTRICTOS Y RÁPIDOS CONFINAMIENTOS
China aisla completamente las zonas donde aparece un brote, ya sea una comunidad de vecinos, un barrio, un distrito o una ciudad entera, como el caso de Shijiazhuang, capital de la provincia nororiental de Hebei -que rodea a Pekín- y también de 11 millones de habitantes, que fue cerrada y aislada mientras hacía test a todos ellos.
Los confinamientos en el país asiático no son como los de los países occidentales en los que se permite salir a comprar, sino que la gente no sale de casa y los gobiernos locales organizan el reparto de comida en sus domicilios.
Tras un rebrote a mediados de enero, Tonghua, donde viven medio millón de personas, fue confinada el pasado miércoles y muchos de sus residentes se encontraron con que no podían salir de casa y tampoco funcionaban las aplicaciones para pedir comida a domicilio.
Pese a ello, este domingo las autoridades locales pidieron disculpas a sus habitantes por los "problemas temporales" en la distribución de alimentos.