Hace más de 200 años que viven allí unas 65 familias, sus ancestros escogieron este lugar para evitar la violencia durante tiempos de guerra, pero con el paso del tiempo, el aislamiento afectó el desarrollo de los pobladores.
Atulieer se ha convertido en un símbolo de la lucha de China por erradicar la pobreza absoluta.
A veces las cosas más triviales pueden marcar la diferencia. Esta es la historia de la escalera que cambió la vida de la "aldea del acantilado" en China.
La "aldea del acantilado", cuyo nombre oficial es aldea de Atulieer, se ubica en una meseta a 1.700 metros de altura, en la prefectura autónoma de la etnia yi de Liangshan, en la provincia suroccidental china de Sichuan.
Hace más de 200 años que viven allí unas 65 familias, sus ancestros escogieron este lugar para evitar la violencia durante tiempos de guerra. Pero con el paso del tiempo, el aislamiento afectó el desarrollo de los pobladores.
Previamente solo había tres formas de llegar a la aldea, y dos de ellas tomaban varias horas. Por eso los residentes preferían la tercera, unas escaleras de fibra vegetal sobre el acantilado, cuya altura ronda los 800 metros.
Escalar el acantilado todos los días simplemente para volver a casa, o para conseguir artículos de primera necesidad tan simples como una bolsa de sal, era la dura realidad de la mayoría de los habitantes de Atulieer.
Expuestas al sol, el viento y la lluvia, las escaleras anteriores eran un riesgo para la vida, pero los esfuerzos para la reducción de la pobreza de China le dieron un vuelco a la situación.
A finales de 2016, ante la imposibilidad de construir una carretera en un terreno tan escarpado, las autoridades locales decidieron que la mejor opción para ayudar a la aldea a salir de la pobreza era construir una escalera más segura.
Los propios pobladores fueron entrenados para construir la obra. En siete meses se completó la escalera, que tiene 1,5 metros de ancho y 2,8 kilómetros de largo.
Se construyeron 2.556 escalones, compuestos cada uno por tres barras de acero. En total se utilizaron unas 6.000 barras, con un peso de más de 120 toneladas.
También se construyeron otras infraestructuras que facilitaron aún más la vida de los aldeanos, como conexiones a internet y electricidad, al tiempo que se mejoraron los servicios de correo.
Mientras tanto, con ayuda de las autoridades locales, la aldea desarrolló industrias específicas de acuerdo con las condiciones naturales, incluidos el cultivo del olivo y la naranja y la producción de miel.
Muchos jóvenes empezaron a hacer transmisiones en vivo por las redes sociales, no solo para vender productos agrícolas en las plataformas de comercio electrónico, sino también para mostrar su vida cotidiana en el acantilado, lo que inesperada y rápidamente convirtió a Atulieer en un popular destino turístico.
Al ver surgir la oportunidad, algunos aldeanos se dedicaron a negocios turísticos, construyendo hoteles, operando mercados pequeños y ofreciendo alojamientos y servicios de guía para viajeros.
En 2018 se completó la construcción de un pintoresco hotel cuyas habitaciones y demás instalaciones las constituyen contenedores. La obra está justo al borde del acantilado, y desde ella se puede apreciar el paisaje del valle. Este proyecto, apoyado por el Gobierno local con una inversión de 8 millones de yuanes, creó más empleos para los lugareños.
La "aldea del acantilado" se ha beneficiado del desarrollo del turismo, por lo que algunos han decidido permanecer allí. Pero otros se han mudado a una nueva comunidad construida por el Gobierno a unos 65 kilómetros de distancia, donde las condiciones naturales son más convenientes para vivir.
El nuevo asentamiento cuenta con supermercados, hogares para ancianos, centros de capacitación para formar cocineros y costureras, y fábricas de prendas de vestir, de equipos electrónicos y de productos de plástico y acero.
Atulieer se ha convertido en un símbolo de la lucha de China por erradicar la pobreza absoluta.
Según estadísticas oficiales, en los ocho años que duró la lucha frontal contra la miseria, los ingresos disponibles per cápita de los campesinos que viven en las zonas antes afectadas por la pobreza crecieron de 6.079 yuanes en 2013 a 12.588 yuanes en 2020, lo que supone un aumento interanual del 11,6 por ciento.
