La sombra de la violencia electoral sobrevuela de nuevo Colombia tras el brutal asesinato conocido este lunes de la candidata liberal Karina García Sierra y cinco personas más que la acompañaban en la localidad de Suárez, la que aspiraba a gobernar y en la que el conflicto armado está reviviendo con fuerza.
La matanza rompió el ciclo electoral más pacífico de la historia reciente de Colombia ya que en 2018 el país vivió las dos vueltas de las elecciones presidenciales y los comicios legislativos apenas sin incidencias.
García Sierra, de 32 años y que deja un hijo pequeño, fue asesinada junto a su madre y cuatro personas más de su equipo en una masacre que parecía anunciada, puesto que la política liberal había advertido en un video publicado el pasado 28 de agosto que hoy parece premonitorio que había sido amenazada.
La amenaza se concretó cuando se desplazaba en un vehículo por el corregimiento (caserío) de Betania, que forma parte de Suárez, en el convulso departamento suroccidental del Cauca.
El vehículo todoterreno fue tiroteado y posteriormente incendiado por lo que los restos de García Sierra y sus acompañantes fueron encontrados calcinados, mientras que un escolta consiguió escapar, según el gobernador del Cauca, Óscar Campo.
En su vídeo, García Sierra denunciaba que la publicidad de su candidatura estaba siendo objeto de ataques en Betulia, donde miembros de su campaña habían sido interceptados por "cuatro sujetos armados de un grupo al margen de la ley" que aseguraron tener "orden directa" de no permitirla en ese corregimiento.
Eso llevó a su padre, Orlando García, a afirmar que las denuncias de su hija sobre amenazas recibidas, que "podrían venir de contradictores políticos y seguidores de los contradictores que se habían empeñado en dañar la publicidad", fueron ignoradas.
"A mi hija no me le pusieron cuidado con las denuncias que venía haciendo, no me le pusieron cuidado", dijo García a EFE
Suárez y otras localidades vecinas están azotadas desde hace meses por un recrudecimiento de violencia protagonizada por un grupo disidente de las FARC, la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y otras bandas narcotraficantes y criminales.
A ellos se suma un grupo del Ejército Popular de Liberación (EPL), guerrilla desmovilizada en su mayoría en 1991 cuyo último reducto estaba en el también convulso Catatumbo (fronterizo con Venezuela) y que ha comenzado a tener presencia en el Cauca.