El caso de James Foley, reportero estadounidense secuestrado en Siria y asesinado por un combatiente supuestamente británico de la organización islamista Estado Islámico (EI, previamente conocido como ISIS), no sólo dejó perplejo al gobierno de Barack Obama.
También al gobierno británico encabezado por David Cameron, que tiene a sus servicios secretos tratando de determinar la identidad del asesino, su relación y contactos con Reino Unido.
El tema puso en la agenda mediática una realidad en la que las policías europeas llevan trabajando años, pero que hasta ahora no había tenido la exposición pública y trascendencia diplomática que adquirió tras la decapitación de Foley: miles de los combatientes de la yihad –guerra santa- en Medio Oriente son ciudadanos europeos.
Dada la dificultad de rastrear, no hay cifras oficiales. Sin embargo, a diciembre de 2013 habían entre 3.300 y 11.000 yihadistas extranjeros peleando en Siria, según datos del Centro Internacional de Estudios de la Radicalización (ICSR, según sus siglas en inglés) vinculado a King´s College London.
Se estima que entre un 30 y un 40 por ciento de los actuales combatientes extranjeros que pelean hoy por establecer un califato islámico en Siria e Irak proceden de países occidentales, como Francia, Bélgica, Reino Unido, Alemania y los países nórdicos.
Pero, ¿cómo llega un joven occidental a pelear la "guerra santa"?.
Perfil de un yihadista
Según una investigación realizada por la Policía de Nueva York y señalada por varios expertos como una de las más completas para entender el fenómeno de la radicalización de jóvenes occidentales, los aspirantes a convertirse en militantes islamistas, comparten varias características: son hombres musulmanes entre 18 y 35 años. La mayoría se había convertido –o comenzado a practicar el Islam- recientemente y no habían partido como fanáticos.
El estudio investigó a quienes estuvieron involucrados en cinco de las principales operaciones yihadistas en Occidente: los ataques a Madrid (2004), Londres (2005), el grupo Hofstad en Holanda y los ataques frustrados de Australia (2005) y Toronto (2006).
Si bien la investigación se centró en al Qaeda, varios de los militantes de este grupo, así como de su vertiente siria, Al Nusra, han abandonado sus filas para apoyar la causa de Estado Islámico.
Y los expertos coinciden en que estas características son extrapolables a los yihadistas occidentales actuales.
Una de las características mencionadas en el estudio que más llaman la atención tanto de policías como de investigadores es que generalmente los jóvenes yihadistas de Occidente pertenecen a la segunda o tercera generación residente en el país occidental de origen. Es decir, sus padres o abuelos son inmigrantes.
Segunda generación "no integrada"
"Hay un patrón común en la segunda generación de hijos de inmigrantes. Comparten la misma experiencia, incluso si nacieron dentro de la comunidad musulmana", le explica a BBC Mundo Stefano Bonino, de la Universidad de Durham, experto en la propagación del Islam en Reino Unido.
Estos jóvenes pueden venir de familias con contextos musulmanes más moderados o haberse convertido.
"Los padres de los que se radicalizaron generalmente no eran muy religiosos", explica Milena Uhlmann, investigadora de la Universidad Humboldt de Berlín, experta en conversión y radicalización.
Según Uhlmann, existe una característica que se repite en varias de las familias de los yihadistas que provienen de padres o abuelos inmigrantes: trataron de integrarse, de suavizar su contexto para no tener problemas en la sociedad donde se insertaron.
Sin embargo, especialmente después de los ataques a las Torres Gemelas, las sociedades occidentales no terminaron de aceptar como propias a las comunidades musulmanas.
"Sus hijos sienten que hay algo que está mal, que sus padres fallaron en el esfuerzo. Porque no están completamente integrados y se sienten estigmatizados por ser musulmanes", explica la investigadora alemana.
"Viven entre dos culturas: la del país de origen de su familia, dentro de casa, y la del país donde viven, puertas afuera", complementa Bonino.
"Estos jóvenes están decepcionados de Occidente. Utilizan el Islam como un medio para posicionarse contra su estatus de 'occidentales'. No obtuvieron lo que querían, no se sintieron en casa ni tuvieron un sentido de pertenencia", le dice Uhlmann a BBC Mundo.
"Irse a pelear la yihad a Siria es una forma de retribución. Ya no necesitan su contexto anterior", explica la experta.
El proceso de reclutamiento
La desadaptación y la desilusión con su entorno occidental son sólo el punto de partida.
En general, los yihadistas extranjeros tuvieron un acercamiento a la religión a través de amigos musulmanes durante su adolescencia.
Reclutadores generalmente se acercan a comunidades de jóvenes musulmanes y distribuyen propaganda.
Un estudio sobre la principal célula yihadista alemana, la Célula Sauerland, señala que la conversión o reorientación al Islam más radical de sus fundadores –quienes planearon un ataque fallido en Alemania- ocurrió en la adolescencia, la mayoría durante un periodo de rebeldía por problemas familiares y apoyado por amigos cercanos practicantes.
"Existe una especie de epidemia social. Si te metes a un grupo que apoya ese tipo de ideas y quieres ser parte de él, tienes que apoyar sus creencias. Si ellos apoyan la yihad, tú tendrás que adoptar ese discurso", asegura Bonino.
En el camino hacia una vertiente más radical del Islam, muchos de los futuros yihadistas viven una experiencia decisiva: conocen a un líder carismático, que los introduce y, en muchos casos, los convence.
Aparecen estos líderes con carisma, que se acercan a jóvenes muchas veces cuando están más vulnerables y que parecen ser los únicos que los "aceptan incondicionalmente" en una sociedad bastante poco acogedora, ante los ojos de los jóvenes en vías de radicalización, según explica Linda Alzaghari, directora de Minotenk, un centro de investigación noruego experto en minorías políticas.
Linda se convirtió al Islam y es practicante de esta religión. Tanto ella como los otros expertos aclaran que la gran mayoría de los musulmanes no son ni radicales ni violentos y que hay muchos, como la propia Linda, que viven sus creencias de una forma completamente compatible con el mundo occidental.
Sin embargo, el reclutamiento de jóvenes occidentales para la yihad es una realidad creciente dentro de los países europeos. Grupos como Al Qaeda, EI o Al Nusra cuentan con reclutadores en varias de estas naciones. Y se estima que de los europeos peleando en Siria e Irak, Bélgica es el que más combatientes tiene en proporción a su población, mientras Francia el con mayor número de ciudadanos.
Los reclutadores generalmente se acercan a comunidades de jóvenes musulmanes distribuyendo copias gratuitas del Corán. En estos acercamientos, aprovechan de mostrarles su interpretación específica del Islam
"La idea de un líder carismático es siempre una explicación", señala Bonino, quien además dice no sorprenderse de que los potenciales yihadistas tengan trastornos de personalidad tendientes a la violencia, pero que no se manifiestan a no ser que sean gatillados por su entorno.
Redes sociales: la yihad del siglo XXI
Una de las herramientas más poderosas de la propaganda radical son las redes sociales.
"Las redes sociales tienen un gran papel porque ponen a personas en vías de radicalizarse en una posición susceptible a un contexto radical o ideológico. Mientras más se expongan a esta narrativa, más probable es que se permeen", asegura Uhlmann.
Son las redes sociales las que han permitido que quienes buscan difundir la información de la yihad se junten con quienes están interesados en averiguar sobre el tema.
Linda Alzaghari ha estudiado con detención el fenómeno del discurso ideológico y la propaganda a través de redes sociales en el proceso de reclutamiento de jóvenes yihadistas.
"Hay una retórica de deshumanización del enemigo, son perros e infieles, no tienen ningún valor como seres humanos, por lo que deben ser asesinados lo antes posible", le explica a BBC Mundo.
Desde Oslo, Linda le muestra a BBC Mundo varias imágenes de la propaganda de ISIS, hoy denominado Estado Islámico.
"Es interesante la utilización de varias referencias de la cultura popular occidental en su propaganda. Con referencia a películas de Hollywood o incluso, humor", explica la experta.
Esta modernización de la guerra santa, volviéndola accequible para todos quienes quieran unirse, no es al azar.
"Las redes sociales han vuelto a los radicales menos jerárquicos, más efímeros", concluye Bonini.