El Papa Benedicto XVI pidió a los cubanos que luchen por una sociedad "abierta y renovada" y les exhortó a la reconciliación en un discurso en el que dijo que Cuba "mira ya al futuro" y en el que condenó con firmeza el capitalismo salvaje, "que ha dejado al hombre desprotegido frente a ciertos poderes".
Catorce años después de la histórica visita del papa Juan Pablo II, Benedicto XVI pisó el lunes por primera vez la isla, donde fue recibido en Santiago, a los pies de la Sierra Maestra, sitio icónico de la Revolución liderada por Fidel Castro, y por su hermano, el presidente Raúl Castro.
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Benedicto XVI llegó el domingo a Santiago de Cuba. (Foto: EFE) |
Cerca de doscientos mil cubanos, según el portavoz vaticano, Federico Lombardi, muchos de ellos venidos desde el extranjero, acogieron a su santidad de manera muy calurosa y asistieron en la plaza "Antonio Maceo" de Santiago a la misa conmemorativa del 400 aniversario del hallazgo de la imagen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, en la que les exhortó a construir una sociedad abierta.
"Ante la mirada de la Virgen de la Caridad del Cobre, deseo hacer un llamado para que den nuevo vigor a su fe, para que vivan de Cristo y para Cristo, y con las armas de la paz, el perdón y la comprensión, luchen para construir una sociedad abierta y renovada, una sociedad mejor, más digna del hombre, que refleje más la bondad de Dios", afirmó.
Discursos cautosAnte la presencia de Castro, Benedicto XVI también defendió la dignidad del ser humano y manifestó que Dios "ha encomendado a la familia, fundada en el matrimonio, la altísima misión de ser célula fundamental de la sociedad y verdadera Iglesia doméstica".
En unos discursos muy medidos, el Sumo Pontífice tocó en su primer día de estancia, todos los temas de la situación política, económica y social de Cuba y reiteró la disponibilidad de la iglesia para colaborar en la construcción de una sociedad fraternal y justa.
"Vengo a Cuba como peregrino de la caridad, para confirmar a mis hermanos en la fe y alentarles en la esperanza. Llevo en mi corazón las justas aspiraciones y legítimos deseos de todos los cubanos, donde quiera que se encuentren, sus sufrimientos y alegrías, sus preocupaciones y anhelos más nobles", dijo el papa ante Castro.
Y añadió que de manera especial pensaba en los jóvenes, los niños y los ancianos, los enfermos y los trabajadores, los presos y sus familiares, así como los pobres y necesitados.
"Queridos amigos, estoy convencido de que Cuba, en este momento especialmente importante de su historia, está mirando ya al mañana, y para ello se esfuerza por renovar y ensanchar sus horizontes", tras lo que agregó que la iglesia "renueva su compromiso de seguir trabajando sin descanso por servir mejor a los cubanos".