El archipiélago de Tonga se enfrenta a al menos cuatro semanas más de incomunicación por la ruptura de un cable submarino mientras siguen los esfuerzos para enviar contra reloj ayuda humanitaria a la nación polinesia devastada tras la erupción volcánica y el tsunami del pasado sábado.
Según la Alta Comisión de Nueva Zelanda en Tonga, las compañías a cargo del cable submarino que enlaza el archipiélago con la vecina Fiyi creen que la línea se rompió a unos 35 kilómetros de las costas el fin de semana por el embate del tsunami generado tras la erupción, con olas de hasta 15 metros de altura.
"La compañía de cable SubCom informa que tardará al menos cuatro semanas en reparar la conexión en Tonga", revelaron las autoridades neozelandesas.
En una actualización sobre la situación tras la erupción y el tsunami, el organismo neozelandés indicó que hoy se ha logrado establecer un sistema provisional de telefonía móvil con conexión 2G, aunque con una capacidad "limitada e irregular".
El Gobierno del país, que el martes logró enviar su primer comunicado desde la tragedia, también ha conseguido restablecer parte del sistema eléctrico y da prioridad a recuperar algunas líneas telefónicas tras una catástrofe que describió como "un desastre sin precedentes" para este reino formado por 169 islas y con 105.000 habitantes.
Hasta el momento son tres las muertes confirmadas, pero la magnitud del desastre unida a la incomunicación en que ha quedado sumido el país hace temer a las autoridades que el número sea mucho mayor.
"FALTA DE COLOR"
El archipiélago de prístinas playas que disfrutaron más de 90.000 turistas internacionales en 2019 (antes del inicio de la pandemia de Covid) ha quedado convertido en un desolador paraje lunar, sepultado por toneladas de cenizas y con islas completamente devastadas.
Todos los habitantes de las islas de Mango y Fonoifua (unas 150 personas) están siendo evacuados por la Marina a otras islas menos afectadas.
En Mango no quedó ninguna casa en pie, en Fonoifua solo resistieron dos, mientras que, según imágenes de las Fuerzas Aéreas neozelandesas, las infraestructuras de la isla de Atata también han quedado totalmente destruidas.
El ministro de Defensa de Nueva Zelanda, Peeni Henare, destacó la "falta de color" descrita en los informes de las Fuerzas Aéreas que han sobrevolado las zonas más afectadas del archipiélago.
"Uno imagina islas del Pacífico con... el color vivo de la arena y las playas. Todo está muy gris y apagado por culpa de la ceniza", indicó el ministro en declaraciones recogidas por Radio Nueva Zelanda.
Se espera que hoy terminen los trabajos de limpieza de la pista de aterrizaje del aeropuerto ubicado en la principal isla del país para permitir el viernes la llegada de aviones C-130 Hercules con ayuda humanitaria, procedentes de Nueva Zelanda y Australia.
Dos barcos neozelandeses y uno australiano zarparon ya con destino a Tonga, a donde llegarán "como pronto el viernes", con suministros de emergencia, principalmente agua potable, material médico y generadores de energía.
La falta de agua potable debido a la contaminación por las cenizas o la salinización es uno de los problemas más acuciantes a los que se enfrentan estos días los supervivientes y una de las máximas prioridades de la ayuda humanitaria.
MILAGRO ANTICOVID EN PELIGRO
Mientras el reino polinesio vive una incomunicación angustiosa y forzada, ve cómo el envío de ayuda humanitario pone en peligro su milagro en la lucha contra la pandemia del Covid, con un solo contagio hasta el momento gracias al aislamiento en que ha vivido durante casi dos años.
"Ellos quieren mantener el coronavirus fuera de su país. Es una misión humanitaria con diferentes frentes", explicó este miércoles la ministra neozelandesa de Exteriores, Nanaia Mahuta, que apuntó que dialoga con las autoridades tonganas sobre los protocolos de seguridad contra la pandemia de cara a la llegada de los suministros de emergencia.
El alto comisionado de Tonga en Camberra, Curtis Tu'ihalangingie, señaló el martes en el canal público australiano ABC que se tendrán que seguir a rajatabla los protocolos para evitar un "tsunami del Covid-19".
Tonga blindó sus fronteras para evitar la entrada del coronavirus y durante toda la pandemia solo ha detectado un caso mientras ha conseguido vacunar al 60% de su población con la pauta completa.
Ese único caso se registró a finales de octubre de 2021 y se trató de una persona vacunada que estaba haciendo la cuarentena tras llegar, procedente de Nueva Zelanda, en un vuelo de repatriación.
"La apertura al turismo y a trabajadores humanitarios conlleva enormes riesgos para (las naciones en) el Pacífico, que hasta ahora ha estado en gran medida protegido del impacto", subraya hoy en Twitter Kate Schuetze, investigadora en Asia-Pacífico para Amnistía Internacional.