El "caso Stormy Daniels", el primero que va a obligar al presidente Donald Trump a testificar ante un tribunal tras su imputación por un gran jurado, tiene su origen en 2006 y ha tenido un tortuoso recorrido en el que se mezclan el sexo, la fama, el dinero y el engaño.
En 2006, Donald Trump, que estaba casado con Melania Knauss desde hacía un año pero aún lejos de la política, conoció a Stormy Daniels durante un torneo de golf en Lake Tahoe.
Daniels, que en realidad se llama Stephanie Clifford, era una estrella del cine porno a quien Trump prometió llevar como invitada a su programa reality show "The Apprentice". Tuvieron al menos una relación sexual (que Trump niega), pero la invitación al programa nunca se produjo.
En 2016, durante los últimos días de la campaña de las elecciones presidenciales, Daniels trató de "vender" su historia sobre la relación sexual con el candidato republicano, y ahí es cuando entra un amigo de Trump, David Pecker, propietario de The National Enquirer, quien le compró la historia para esconderla y nunca publicarla, una práctica conocida como "catch and kill" (agarra y mata).
Pecker organizó con el asesor y abogado personal de Trump, Michael Cohen, un pago de 130.000 dólares a Daniels, un monto que salió primero del bolsillo de Cohen, que fue reembolsado por la Casa Blanca con posterioridad.
En 2018, Cohen, tras romper con Trump, se declaró culpable de una serie de cargos incluyendo financiación electoral ilegal, y dijo que esos 130.000 dólares fueron camuflados como una donación política, algo que aceptó hacer por orden directa de su jefe. Este detalle, el de la financiación electoral ilegal, es el que puede convertir el delito de Trump en especialmente grave.
REACTIVACIÓN DEL CASO
En 2019, el fiscal de Manhattan, Cyrus Vance, comienza una investigación sobre ese pago. Más adelante, Vance deja el cargo y Alvin Bragg es elegido su sucesor en 2021 (en Estados Unidos los fiscales son elegidos por votación popular), convirtiéndose en el primer afroamericano en llegar al puesto. Es Bragg quien reactiva la investigación.
En algún momento de 2022, Bragg pone el caso en manos de un gran jurado, un grupo de 23 ciudadanos que desempeñan un papel parecido a la instrucción, pues deben determinar si hay pruebas suficientes para imputar un delito y definir qué cargo concreto se aplica. El gran jurado solo ve casos de una cierta relevancia; para los de menor grado, es el juez el que determina la imputación o no.
El gran jurado de la Fiscalía de Manhattan ve varios casos al mismo tiempo y sus deliberaciones no son públicas. Se ha filtrado a la prensa que en el curso de sus reuniones han entrevistado al ex abogado Cohen y al publicista Pecker. Sin embargo, no parece haber interrogado a la propia Daniels.
Finalmente, y cuando se creía que el gran jurado no volvería a tratar el caso hasta fines de abril, el jueves tomó la decisión histórica de imputar a un ex presidente de Estados Unidos.