La inflación de Estados Unidos se tomó un respiro en julio al situar su tasa interanual en el 8,5 por ciento, 6 décimas menos que en junio, según los datos publicados este miércoles por la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS).
Con respecto al mes anterior, los precios de consumo se mantuvieron estables (0 por ciento), gracias principalmente a la caída de los precios de la gasolina, que fue del 7,7 por ciento en julio.
En su conjunto, los precios de la energía se redujeron 4,6 por ciento el mes pasado. Y, mientras la gasolina y el gas bajaron, el precio de la electricidad aumentó.
Frente a la bajada de los precios de la energía, los alimentos se siguieron encareciendo, el 1,1 por ciento en un mes.
La inflación subyacente, que mide la subida de los precios de consumo quitando los de los alimentos y la energía -los más volátiles- se situó en una tasa interanual del 5,9 por ciento, con una subida mensual del 0,3.
La bajada de la tasa de inflación -que en junio había alcanzado su cifra más alta en cuarenta años- da un pequeño respiro a la economía estadounidense, que a finales de julio entró en lo que los expertos consideran una recesión técnica al encadenar dos trimestres de caídas del Producto Interior Bruto (PIB).
Un diagnóstico que, sin embargo, no comparte el Gobierno estadounidense, que no cree que el país se encuentre en un escenario de recesión dada la robustez de su economía, especialmente de su mercado de trabajo, con una tasa de desempleo del 3,5 por ciento.
En cualquier caso, la elevada inflación sigue siendo la principal preocupación del Gobierno y también de la Reserva Federal, que el pasado 27 de julio volvió a subir los tipos de interés, que ahora se encuentran en una horquilla de entre el 2,25 por ciento y el 2,5 por ciento.