El secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, reivindicó este miércoles que su país está de regreso en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, un órgano que Washington repudió durante la Administración de Donald Trump, pero advirtió de que usará ese foro para condenar las violaciones de estados como China o Rusia.
Además, EEUU "seguirá denunciando abusos en países como Venezuela, Nicaragua, Cuba o Irán", subrayó en su primera intervención ante el Consejo el secretario de Estado, quien también anunció que su país presentará su candidatura a ser miembro de este órgano (formado por 47 Estados) para el trienio 2022-24.
Blinken recalcó asimismo que la vuelta de EEUU al Consejo no significa reconocer que éste sea perfecto, y subrayó al respecto que el órgano de la ONU debe reconsiderar "su desproporcionado enfoque contra Israel" o el hecho de que entre sus miembros haya frecuentemente regímenes autoritarios.
"Los que tienen peores registros de derechos humanos no deberían ser miembros de este Consejo", defendió ante un órgano que actualmente tiene en su composición a países como Cuba, Venezuela, Rusia o China.
Al respecto de este último, Blinken aseguró que EEUU usará su voz en el Consejo para denunciar "las atrocidades cometidas en Xinjiang" (región del noroeste chino donde es reprimida la minoría musulmana uigur) o "cuando las libertades fundamentales son atacadas en Hong Kong".
Al Gobierno ruso le exigió una vez más que "libere inmediatamente y sin condiciones a Alexei Navalni y otros cientos de ciudadanos rusos erróneamente detenidos por ejercer sus derechos", y también recordó los ataques a las libertades fundamentales en Birmania (Myanmar), Siria o Corea del Norte.
"Esperamos trabajar con nuestros socios en este órgano y con las ONG de todo el mundo para garantizar que el Consejo cumple su función y efectivamente contribuye a la mejora de los derechos humanos en el mundo", resumió el jefe de la diplomacia norteamericana.
Blinken aseguró que la nueva Administración de Joe Biden ha puesto la democracia y los derechos humanos en el centro de su política, algo que empieza por "luchar por ellos en casa", abordando problemas como el "sistemático racismo" de la población negra en EEUU, entre otros.
Añadió al respecto que EEUU está comprometido a avanzar en la igualdad de género y en líneas generales "perseguirá una política que acabe con la violencia y la discriminación de todo tipo, incluyendo por razones de orientación sexual, identidad de género o sexo".
"EEUU no es perfecta, pero trabajamos cada día para mejorar y rendir cuentas", recalcó el secretario de Estado, quien argumentó que lo hace con una apertura que no puede observarse en regímenes autoritarios "que violan los derechos humanos con impunidad".