Una nueva ley podría obligar a la ciudad de Nueva York a cambiar la sal chilena que usa para derretir la nieve de sus calles por un producto estadounidense, una posibilidad que preocupa a las autoridades locales, que han pedido a la gobernadora estatal que vete la legislación.
El proyecto, que fue aprobado el pasado junio por el legislativo, aún no está en vigencia a la espera de que sea firmado por la gobernadora Kathy Hochul, quien hasta ahora no ha dicho públicamente si apoyará o no la medida.
La Gran Manzana compra cada año más de 300.000 toneladas de sal para esparcir por sus calles y carreteras durante el invierno y evitar la acumulación de nieve y hielo.
La mayor parte del producto procede de Chile y llega a Nueva York por barco, guardándose en puertos de la zona a la espera de ser distribuida por calles y avenidas.
De ser aprobada, la nueva ley requeriría el uso de sal producida en Estados Unidos, a priori procedente de minas del norte del estado de Nueva York y otras zonas del país, algo que según la Alcaldía, plantea numerosos problemas. Entre ellos, la dificultad de transportar el producto por carretera a una ciudad ya muy congestionada, posibles problemas de suministro, además de un gasto mayor.
"Imponer este requisito tendría un impacto muy real en nuestras operaciones contra la nieve tan pronto como el próximo año", advirtió este mes durante una reunión municipal la responsable de Saneamiento de la ciudad, Jessica Tisch.
Según Tisch, aunque la ley contempla excepciones en varias situaciones, el lenguaje es demasiado vago y puede poner en peligro una cadena de suministro usada durante años y plantea un riesgo excesivo para Nueva York.