El acusado de matar en junio a nueve feligreses negros en una iglesia de Charleston en Carolina del Sur, será juzgado por cargos que pueden acarrearle la pena de muerte.
Dylann Roof, de 21 años, que enfrenta nueve cargos por asesinato, tres de intento de asesinato y otro por portar armas, podría ser condenado a muerte, informó la fiscal general de EEUU, Loretta Lynch, quien indicó que la petición final de la pena de muerte para el acusado dependerá de los deseos de los familiares de las víctimas.
Lynch, la primera mujer negra al frente del Departamento de Justicia de EE.UU., decidió presentar cargos federales contra Roof por crímenes de odio al considerar que se guió por motivos raciales.
"Los feligreses tenían Biblias. Dylann tenía su pistola de calibre 45 y ocho cargadores con balas de punta hueca", destacó Lynch, agregando que "el 17 de junio irrumpió en una histórica iglesia de la comunidad negra y abrió fuego contra un grupo de personas que leía textos sagrado".
La decisión del gobierno de EE.UU. se produce después de que un jurado federal de Carolina del Sur acusara de crímenes de odio a Roof, que "atacó los feligreses "debido a su raza y con el fin de interferir en el ejercicio de su religión", dijo Lynch.
La fiscal general explicó que el gobierno federal ha decidido dar un paso al frente y presentar cargos por crímenes de odio porque donde se perpetró la masacre, no contempla en su legislación este tipo de delitos.
Según explicó Lynch, Roof comenzó a planear los asesinatos "meses antes" de la noche de la tragedia con el objetivo de "aumentar las tensiones raciales de todo el país y buscando venganza por las injusticias que creía que los afroamericanos habían cometido contra los blancos".
Los investigadores están tratando de establecer si tenía algún tipo de conexión con los grupos de supremacía blanca de Carolina del Sur.
El tiroteo de Charleston volvió a poner sobre la mesa el debate sobre el racismo en EE.UU., muy presente en los últimos meses a raíz de varios casos de hombres negros desarmados muertos a manos de policías.