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"El alzhéimer no puede borrar nuestro amor": La historia que conmueve a España

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Autor: Cooperativa.cl

Jorge (86) visita sagradamente cada día a su esposa Cinta, quien ya no lo reconoce, con la esperanza de que pueda recordar su historia aunque sea una vez.

"Sólo con tener la oportunidad de que me mire a los ojos me hace feliz porque, en el fondo, pienso que sabe quién soy. El afecto no se olvida", expresa.

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Desde hace un lustro, visitar a Cinta en el centro de salud donde es trata se convirtió en una tradición sagrada para Jorge.

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"El alzhéimer no puede borrar nuestro amor". No, esa frase no es parte de un nuevo guión romántico hollywoodense. Son palabras desde el corazón de Jorge (86) al hablar de su esposa Cinta, cuya historia de amor conmueve a España.

Jorge narró al diario español ABC cómo conoció hace más de medio siglo a Cinta y se enamoró de ella, relación que, tal si fuera salida de una novela, sigue viva gracias al esfuerzo que realiza él para ir a visitarla sagradamente día tras día, desde hace un lustro, en el recinto de salud donde es tratada por esa enfermedad que puede llegar a impedir que uno no pueda reconocer ni recordar a sus seres queridos.

En este caso, Cinta fue trasladada desde su domicilio de Madrid a la Fundación Vianorte-Laguna, en 2013, y desde entonces su enamorado no ha faltado ningún día a verla, pese a su también avanzada edad y al trayecto que implica una hora de ida y otra de vuelta.

Jorge recuerda que trató por todos los medios cuidarla en casa, "pero en una ocasión se le rompió una vena y le produjo una gran hinchazón en el estómago, lo que afectó también al riego sanguíneo de su cabeza y produjo daños en su riñón, uretra, pulmón".

"Estuvo ingresada en el hospital ocho meses, lo que aceleró mucho el avance del alzhéimer, tanto que dejó de salivar, de hablar y caminar. Como, además, tenía problemas de corazón y necesitaba que un médico la viera tres veces a la semana y, porque la Seguridad Social era inviable, optamos por traerla a la Fundación Vianorte-Laguna, donde recibe un trato profesional exquisito", agrega.

"Sólo con que me mire a los ojos, me hace feliz"

A esa lugar, Jorge, ya jubilado, va cada día: desde que no comparte hogar con ella, vive con uno de sus cuatro hijos; cada mañana, después del desayuno, sale a dar un paseo recomendado médicamente por la diabetes que sufre, y ya en la tarde, tras una siesta, se acicala frente al espejo, siempre con la esperanza que su amada pueda recordarlo, aunque sea una vez.

"Solo con tener la oportunidad de que me mire a los ojos me hace feliz porque, en el fondo, pienso que me conoce, que sabe quién soy, aunque no sepa decírmelo. El afecto no se olvida. El alzhéimer no puede borrarlo. Por eso, yo hablo a mi mujer, la acaricio, la beso... Nuestro amor sigue vivo, aunque ella no pueda expresarlo", contó Jorge.

Y en todo este dolor, recordó, entre risas, que "un día le di un beso de despedida y me sorprendió con un 'dame otro más'. Eso, para mí, es maravilloso".

El amor es eterno...

Su hija María Jesús aseguró estar impactada por la gran dedicación de su padre y comentó que "es increíble que en estos seis años solo faltó en una ocasión porque en verano, como hace tanto calor, nos lo encontramos en el suelo por una bajada de tensión".

"A pesar de sus 86 años, y de sus achaques, él transmite todo su amor con sus visitas diarias. Es un gran ejemplo para toda la familia", valoró.

Y tras lamentar las otras historias que ha conocido de otras familias afectadas por el mal de Alzheimer, diferentes al de la suya, sentenció: "La esencia de las personas siempre está ahí. Y el amor es eterno, tal y como lo vivo yo en mis padres".

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